miércoles, 11 de marzo de 2020

COMUNIDAD: "De ahí que, en la actualidad, bajo estos antecedentes históricos de las primeras organizaciones sociales de la Tierra, el hombre goce de las ventajas del trabajo conjunto como sociedad, en pro de la supervivencia; al igual que miles de años atrás, pero con condiciones y características modernas".


COMUNIDAD: EL ORIGEN DE LA ORGANIZACIÓN SOCIAL

U
na rama muy apreciada dentro del campo científico es la Etología. Resulta de sumo interés al pertenecer tanto a la Biología como a la Psicología, tratando de estudiar y comprender el comportamiento de los seres humanos y los animales.

Uno de los grandes enigmas de la Historia del hombre es, precisamente, el de su origen. Algo que, pese a los hallazgos de restos fósiles con una antigüedad de miles de años atrás, no nos permiten tener una certeza sobre las causas que dieron lugar a una evolución, tal cual hoy vislumbramos. Principalmente, en lo que a comportamiento se refiere.

Los paleontólogos consideran, que fue con la aparición del Australopithecus cuando surgieron los primeros homínidos bípedos (la característica de andar en dos patas) en la Tierra. Se cree, además, que con la llegada posterior del Homo Erectus, los rasgos intelectuales del hombre primitivo fueron suficientes para el descubrimiento y el empleo del fuego por vez primera.

El rasgo social de la humanidad —se cree—, podría situarse entre estas dos especies. Ciertamente, la recolección y el consumo de semillas y frutos debió ser el principal suministro de alimento en un principio; pero, más tarde, la caza se convirtió en algo necesario.

Los homínidos pronto se percataron que su constitución física era débil al ambiente: bien por las condiciones climáticas, bien por la presencia de animales más fuertes; siendo indispensable unirse bajo un objetivo común: la supervivencia.

Es claro que los dientes humanos, como es sabido, no son lo suficientemente aptos para el consumo de carne, a menos que se emplee el fuego para transformarle. Sin embargo, esto no impidió a los homínidos desarrollar el gusto hacia ella. El motivo principal de esta inclinación (y no por razones de sabor) fue el gran aporte graso que ésta le proveía.

Al respecto, el bioquímico Michaël Crawford, en su libro “What we eat today” (“Qué comemos hoy”), nos recuerda que la mitad del porcentaje de nuestro sistema nervioso está constituido a base de grasa, de allí la importancia de la carne en nuestra vida, más que por las proteínas.

De igual manera, Jean Pouget en “Le manifeste du camp n° 1” (“El manifiesto del campamento n° 1”) menciona cómo durante la Guerra de Indochina, prisioneros franceses que fueron privados del consumo de carne, llegaron a presentar serios problemas nerviosos.

Los homínidos debieron percatarse de las bondades de la grasa, no sólo para el sostenimiento diario, sino para la protección ante las bajas temperaturas. El acceso a los animales salvajes sería mejor en equipo que solos.

La cacería en grupo fue una estrategia ideal reservada a los varones en los tiempos nómadas, delegando el cuidado del resto del grupo a las mujeres. De este modo, al ser el varón la fuente de alimento, pronto se constituiría el sistema patriarcal. Más tarde, con la llegada de la agricultura y, por ende, la aparición del sedentarismo, la mujer se volvería la figura abastecedora principal de alimento con el trabajo de la tierra, dando lugar al sistema matriarcal. Posteriormente, al idear el uso de animales para el trabajo del campo, una vez más se hizo necesaria la presencia masculina para la doma y control de bestias, retornando al patriarcado.

De ahí que, en la actualidad, bajo estos antecedentes históricos de las primeras organizaciones sociales de la Tierra, el hombre goce de las ventajas del dominio del campo y la crianza de animales. Dando lugar al trabajo conjunto como sociedad, en pro de la supervivencia, al igual que miles de años atrás, pero con condiciones y características modernas.


“El conocimiento habla
Y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).