LA DANZA DE LA
MUERTE: EL BAILE DEL FIN DE LOS TIEMPOS
“Porque polvo eres y
al polvo volverás”
(Génesis 3, 19).
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na de las obras artísticas más
espeluznantes, pero no por ello menos fascinantes, es la “Danza de la
Muerte” (o a veces llamada: “Danza Macabra”). Sus
orígenes se remontan a la Edad Media, posiblemente en los
territorios de Francia o España. Un género literario y/o pictórico cuyos versos
satíricos serían llevados a escenografía, provocando la conmoción de la
audiencia ante la omnipotencia y omnipresencia de la Muerte.
Como en todo rubro, existen posturas
distintas sobre las causas que pudieron motivarle, y sobre cuál sería la definición
exacta para este género artístico. Ya dentro del mundo de la adivinación,
encontramos la baraja 13 del Tarot aludiendo a este concepto,
mostrándose a la Muerte sobre un campo de cadáveres caminando.
El
Ángel Azrael o “el Ángel de la Muerte”, pudo igualmente ser
de gran inspiración, al ser concebido como el ser que conduce a las almas al tribunal
divino, para ser juzgadas según sus actos en vida.
En
la Danza Macabra, la Muerte es la protagonista de la obra, la cual busca
entablar diálogo con los diferentes representantes de las clases sociales, con
el fin de que ellos le acompañen también en su danza fúnebre. Desde el Emperador
hasta el esclavo, desde el Papa hasta el practicante, ancianos y niños, hombres
y mujeres; todos están invitados al gran baile de la Muerte.
“Has
notado Sancho, ¿cuánto se parece el teatro a la vida? Durante el acto uno hace
de rey y otro de mendigo. Pero cuando la función termina y sus ropas se quitan,
el rey y el mendigo son ambos iguales. Y eso mismo pasa en la vida, cuando la
muerte llega y nos desnuda todos quedamos iguales en la tumba”. (Miguel de
Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”).
La
expresión mortuoria en latín, contraída: “Tu fui, ego eris”, cuya
interpretación sería: “lo que eres yo fui, lo que soy tú serás”, llegó a
ser empleada en uno de los diálogos de estas representaciones, de acuerdo con el
libro: “La imagen de lo macabro en el gótico hispano”. Claro está que la
temática es sombría, pero en vez de enfocarnos en lo superficial, deberíamos analizar
el contenido y su enseñanza.
Un
elemento implícito siempre presente es el “Ubi sunt”, interrogante
que todo ser racional en algún momento se ha hecho: “¿Dónde están?”
(en referencia a los que ya murieron), que lo hace reflexionar sobre la fugacidad
de la vida. La muerte es un estado inevitable y no reconoce condiciones
sociales. Es motivo de miedo debido a las dudas generadas por el destino
posterior que nos aguarda a este plano de la existencia.
De
allí, que la Danza Macabra pretendiera ser un intento de consciencia,
para que la sociedad valorara el regalo de la vida como una oportunidad única de
aportar algo bueno a la comunidad, aprendiendo a ser siempre humildes con todos
las personas y los demás seres vivos, como bien nos enseña el poeta náhuatl Ayocuan:
“¿Sólo
así habré de irme, como las flores que murieron? ¿Nada permanecerá de mi
nombre? ¿Ningún rastro mío en la tierra? ¡Sólo flores, sólo cantos!”.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).