jueves, 12 de marzo de 2020

DANZA DE LA MUERTE: "Sus orígenes se remontan a la Edad Media, cuya sátira provocaría la conmoción de la audiencia ante la omnipotencia y omnipresencia de la Muerte; quien intenta entablar diálogo con los representantes de las clases sociales, con el fin de que ellos le acompañen también en su danza fúnebre".



LA DANZA DE LA MUERTE: EL BAILE DEL FIN DE LOS TIEMPOS

“Porque polvo eres y
al polvo volverás”
(Génesis 3, 19).

U
na de las obras artísticas más espeluznantes, pero no por ello menos fascinantes, es la “Danza de la Muerte” (o a veces llamada: “Danza Macabra”). Sus orígenes se remontan a la Edad Media, posiblemente en los territorios de Francia o España. Un género literario y/o pictórico cuyos versos satíricos serían llevados a escenografía, provocando la conmoción de la audiencia ante la omnipotencia y omnipresencia de la Muerte.

        Como en todo rubro, existen posturas distintas sobre las causas que pudieron motivarle, y sobre cuál sería la definición exacta para este género artístico. Ya dentro del mundo de la adivinación, encontramos la baraja 13 del Tarot aludiendo a este concepto, mostrándose a la Muerte sobre un campo de cadáveres caminando.

El Ángel Azrael o “el Ángel de la Muerte”, pudo igualmente ser de gran inspiración, al ser concebido como el ser que conduce a las almas al tribunal divino, para ser juzgadas según sus actos en vida.

En la Danza Macabra, la Muerte es la protagonista de la obra, la cual busca entablar diálogo con los diferentes representantes de las clases sociales, con el fin de que ellos le acompañen también en su danza fúnebre. Desde el Emperador hasta el esclavo, desde el Papa hasta el practicante, ancianos y niños, hombres y mujeres; todos están invitados al gran baile de la Muerte.

“Has notado Sancho, ¿cuánto se parece el teatro a la vida? Durante el acto uno hace de rey y otro de mendigo. Pero cuando la función termina y sus ropas se quitan, el rey y el mendigo son ambos iguales. Y eso mismo pasa en la vida, cuando la muerte llega y nos desnuda todos quedamos iguales en la tumba”. (Miguel de Cervantes, “Don Quijote de la Mancha”).

La expresión mortuoria en latín, contraída: “Tu fui, ego eris”, cuya interpretación sería: “lo que eres yo fui, lo que soy tú serás”, llegó a ser empleada en uno de los diálogos de estas representaciones, de acuerdo con el libro: “La imagen de lo macabro en el gótico hispano”. Claro está que la temática es sombría, pero en vez de enfocarnos en lo superficial, deberíamos analizar el contenido y su enseñanza.

Un elemento implícito siempre presente es el “Ubi sunt”, interrogante que todo ser racional en algún momento se ha hecho: “¿Dónde están?” (en referencia a los que ya murieron), que lo hace reflexionar sobre la fugacidad de la vida. La muerte es un estado inevitable y no reconoce condiciones sociales. Es motivo de miedo debido a las dudas generadas por el destino posterior que nos aguarda a este plano de la existencia.

De allí, que la Danza Macabra pretendiera ser un intento de consciencia, para que la sociedad valorara el regalo de la vida como una oportunidad única de aportar algo bueno a la comunidad, aprendiendo a ser siempre humildes con todos las personas y los demás seres vivos, como bien nos enseña el poeta náhuatl Ayocuan:

“¿Sólo así habré de irme, como las flores que murieron? ¿Nada permanecerá de mi nombre? ¿Ningún rastro mío en la tierra? ¡Sólo flores, sólo cantos!”.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).