miércoles, 3 de junio de 2020

SIRENAS: "La finalidad de estos seres era la de hechizar, con su melodiosa y hermosa voz, a los marineros durante sus travesías, ocasionándoles la muerte por lanzarse al mar al ir tras ellas. En el supuesto de no lograr el objetivo, la sirena debía morir como castigo ante su incapacidad".

"La Sirenita"; Copenhague, Dinamarca.

SIRENAS: ENTRE EL CANTO Y LA MAGIA 

L

as sirenas son seres mitológicos de la Antigua Grecia, las cuales deben su origen a una isla del Mar Mediterráneo. Estas criaturas, de acuerdo con los relatos ancestrales, no siempre han mantenido el estereotipo de proyectar la imagen de seres mitad mujer y mitad pez. 

En otras crónicas, se narra que su aspecto era la combinación entre un cuerpo de ave, con torso y cabeza de mujer, coincidiendo ambas versiones sobre su naturaleza acuática. Las aguas, dentro del marco esotérico, suelen estar vinculadas al conocimiento oculto o a la capa más profunda de la mente; siendo muy posible que, por ello, las sirenas fueran asociadas con el inframundo. De lo anterior, se desprende que fuesen vistas como entidades ctónicas, en contraposición a las deidades celestes del mundo griego. Otra posibilidad, es que su naturaleza demoníaca estuviese justificada en el mito del rapto de Perséfone por Hades, dios del averno. 

La finalidad de estos seres era la de hechizar, con su melodiosa y hermosa voz, a los marineros durante sus travesías, ocasionándoles la muerte por lanzarse al mar al ir tras ellas. En el supuesto de no lograr el objetivo, la sirena debía morir como castigo ante su incapacidad. Como bien se menciona, el canto de las sirenas era el principal atributo con el que contaban, independientemente de la imagen con las que se les suele representar en distintas obras artísticas, mostrando una belleza sin igual. 

La fama de las sirenas —en obras como la Odisea, escrita por Homero— ha sido tal, que ha inspirado a artistas a lo largo de la historia. Tal es el caso de Hans Christian Andersen, quien, a modo de cuento, en 1837, relata la historia de una sirena que, al intentar hechizar a un hombre, queda prendidamente enamorada de él, renunciando a su condición inmortal. 

Otro ejemplo es el del artista danés Edvard Eriksen, quien el 23 de agosto 1913 presentó al público, en Copenhague, la escultura de una sirena, tomando como referencia el cuerpo de su esposa, Eline Møller, para lograr el objetivo. Cuenta la historia que la modelo original era Ellen Juliette Price, bailarina del Ballet Real Danés, quien, tras negarse a posar desnuda, únicamente accedió a aportar la cabeza en la escultura. 

Quizá el suceso más trascendente en la historia, vinculado al mito de estos seres fantásticos, sea el que tiene que ver con la fundación de una ciudad, ocurrido en la costa italiana. Para ello es necesario retomar la obra homérica de la Odisea. Ahí se relata que, Ulises, al volver a su tierra y cruzar cerca de la isla de las sirenas, teniendo conocimiento de la peligrosidad del canto de estas entidades, decide atarse al mástil de la embarcación, ordenando a sus tripulantes usar tapones de cera para los oídos, para evitar así caer en el fatídico hechizo y salvar sus vidas. 

Bajo estas medidas, Ulises tuvo la dicha de escuchar la maravillosa melodía interpretada por Parténope y otras más. Esto llevó al sacrificio de una de las sirenas, cuyo cuerpo fue arrastrado hasta la playa por las aguas, siendo éste el de Parténope. Los habitantes griegos de la zona erigieron un templo y ahí la sepultaron, llamándolo Palépolis (ciudad vieja), donde más tarde nacería Neápolis (ciudad nueva), y que actualmente es la ciudad de Nápoles. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).