sábado, 15 de febrero de 2020

URÓBORO: "Es la serpiente que muerde su cola, devorándose a sí misma. Es un símbolo del conocimiento. En el mundo actual, se le concibe como un ser maligno. En las culturas antiguas era diferente. Sin embargo, la interpretación general persiste: la unidad y la eternidad".



URÓBORO: EL ETERNO UNO

D
entro del amplio universo de la representación de las ideas que nos han sobrevivido de la Historia, podemos encontrar un símbolo muy interesante, que asombrosamente, estuvo presente en varias de las civilizaciones más importantes de la antigüedad.

El lenguaje por medio de símbolos, nos permite transmitir inmediatamente una idea, así como facilitar su herencia a las siguientes generaciones. Resulta, por ello, un instrumento útil en la Política y la Religión para ayudar a la comprensión de las abstracciones.

“Ouróboro” o “Uróboro” es la serpiente que muerde su cola, devorándose a sí misma. Dependiendo de la cultura, el modo de representarlo ha llegado a variar. En ocasiones, en vez de una serpiente, lo que se aprecia en su lugar es un dragón o un gusano. Sin embargo, la interpretación general persiste: la unidad y la eternidad.

Antes de proseguir con estos dos conceptos, es conveniente detenernos sobre la importancia de este reptil en el pasado. La serpiente es, ante todo, un símbolo del conocimiento. En el mundo occidental actual, casi siempre se le concibe como un ser maligno por la tentación hecha a Adán y Eva, ocasionando la desobediencia a Dios. Sin embargo, no menos interesante serán las palabras que Jesucristo hará posteriormente al expresar: “Miren que los envío como ovejas en medio de lobos. Sean astutos como las serpientes y sencillos como las palomas”. En otras culturas antiguas, la idea sobre este animal era diferente. No necesariamente cargando un antecedente negativo.

La Alquimia —el pasado de la Ciencia—, combinaba el conocimiento de la naturaleza con la filosofía, guardando muchos de los conceptos clásicos griegos; por ejemplo, el de la Tetrasomía: referente a los cuatro elementos como componentes del Universo y del todo. Los alquimistas llegaron a emplear el símbolo de ouróboro como algo trascendental en sus obras, asemejando las transformaciones que la materia —o las sustancias— sufre, por los procesos a la que es expuesta (natural o artificialmente), con la vida del ser humano. Debe recordarse, que uno de sus anhelos era transformar el cobre en oro, del mismo modo que el hombre busca dejar su condición imperfecta para alcanzar la plenitud y la inmortalidad. En el Parisinus Graecus podemos leer extractos como los siguientes:

“Es éste el misterio: la serpiente que devora su cola. Al principio, la sustancia es engullida, modificada por la fermentación, adquiere el color rojo cinabrio: el cinabrio de la Filosofía. La serpiente simboliza la Tetrasomía. Sacrifícala y quítale la piel hasta llegar a las vértebras; allí encontrarás lo que buscas. El animal sacrificado es el hombre de cobre, que ha transformado su color, convirtiéndose en hombre de plata. Y sólo si tu corazón lo desea, serás el hombre de oro”.

Es por ello, que, como desde un inicio se hizo mención, el ouróboro es representación de dos cosas.

Primeramente, de Unidad. Este símbolo reúne los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) para crear esta realidad en la que vivimos; y en el caso de las naturalezas opuestas (hombre-mujer, luz-oscuridad, vida-muerte, frío-caliente) las integra y armoniza, evitando el conflicto.

En segundo, de Eternidad. Por el acto de morder su cola, la serpiente forma un círculo, símbolo de lo infinito y lo elevado: la aspiración del hombre por la inmortalidad. Nada llega a su fin, todo vuelve a comenzar, como los ciclos y las estaciones del año; que, en el caso de México, Quetzalcóatl, “la Serpiente Emplumada”, era el patrón del calendario. La vida eterna es sinónimo de evolución, ya que la muerte es una ironía, y en caso de haberla, se busca la resurrección. La eternidad es, por tanto, un atributo de Dios.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).