EL ARTE
ESPAÑOL: LOS PUEBLOS CELTAS E IBÉRICOS
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os romanos, al llegar a la península
ibérica, encontraron asentamientos humanos carentes de una unidad cultural. Pronto
se percataron de que en dichos individuos existían diferencias tanto raciales,
como lingüísticas y de costumbres. No obstante, lograron identificarlos bajo
dos grupos importantes: los celtas y los iberos.
Para
comprender lo anterior, es necesario resaltar que hace dos mil años, la
península ibérica fue capaz de crear un arte propio. Sería esta aptitud
artística, aunada a la localización geográfica de estos dos grupos, lo que permitió
a los romanos su diferenciación.
El
pueblo ibérico radicaba en el sur y en el Levante, en la costa mediterránea.
Los celtas, por su parte, se ubicaban en la Meseta Castellana y en el occidente
atlántico.
Los
pueblos célticos, procedentes de los bosques de Europa Central, tenían una
naturaleza diferente. Invadieron la península en pueblos diversos y poseían costumbres
similares. Con una gran religiosidad, eran pueblos soñadores y con gran
imaginación, por lo que su arte se desarrollaba, principalmente, en la línea de
la abstracción, geometrismo y un gran simbolismo importante, siendo éste, uno
muy rico.
La
escultura tuvo mayor desarrollo en los pueblos ibéricos que en los célticos. Los
antecedentes de esta técnica se encuentran en la primera Edad del Hierro con la
creación de figuras de barro.
Los
pueblos célticos se inclinaron por la escultura zoomorfa, influidos por la técnica
andaluza, a partir del siglo III; destacándose la creación de toros y verracos,
labrados en grandes rocas de granito de la región, resaltando su simbolismo
apotropaico, como mecanismo de defensa ante energías negativas sobrenaturales.
La
cerámica celta es considerada perfecta, debido a su gran ornamentación y
decoración, predominando barros oscuros de mucha elegancia. Otro campo en donde
se desarrolló el ingenio de estos pueblos, fue en la industria metalúrgica,
alcanzando un gran desarrollo.
Siendo
éstos, pueblos guerreros, la forja del hierro fue fundamental. Debido a las
constantes conflagraciones, la fabricación de armamento era constante: espadas,
lanzas, escudos, cascos, eran algunas de las piezas más comunes. Los primeros indicios
de embutición metálica tuvieron lugar, así como los procesos de nielado de
cobre, plata y oro para la decoración de puñales, vainas y espadas.
La
orfebrería tampoco fue ajena a la cultura de las antiguas civilizaciones ibéricas,
misma que tiene sus orígenes desde el final de la Edad de Bronce en la zona
atlántica. Brazaletes y pendientes fueron los objetos más representativos hasta
la época romana imperial.
Por
el contrario, en la zona oeste y noroeste, destacaron las joyas rígidas, como
anillos, torques y pulseras, con una decoración geométrica de gran elegancia.
Debido a la gran riqueza de la orfebrería, dio un parámetro a los romanos para que,
durante sus intervenciones en la península ibérica, pudieran aprovecharse de
cantidades significativas de oro y plata.
Con
el gran aporte de estas civilizaciones europeas, nos brinda una idea de cómo se
fueron forjando, al igual que su habilidad en la metalurgia y otras disciplinas
artísticas, los pueblos celtas e ibéricos para cimentar las bases de la península
ibérica actual.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).