BRONCE DORADO: LA ELEGANCIA FRANCESA DEL SIGLO XVIII
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onocida como una de las aleaciones más antiguas, el Bronce ha sido el más fiel testigo de la historia. Desde la Europa del año 1500 a. C. hasta el día de hoy, ha estado presente en el arte de la decoración. Candelabros y candeleros construidos con esta aleación, los cuales con una pátina de oro eran las delicias de la época del siglo XVIII en Francia.
Los franceses, como principales exponentes, los empleaban para adornar los salones y sitios de mayor afluencia, logrando un aire sofisticado y de buen gusto, el cual se encargarían de implementar en el resto del Continente.
Se dice que en el siglo XVII, en Francia no había un interés como tal en obras de arte con este metal, a diferencia de lo que sucedía en los demás países. Entonces surgió un grupo de personas que prestaron su atención a las piezas decorativas, a tal grado, que iniciaron colecciones personales, las cuales sirvieron de impulso para establecer lo que sería una moda entre la aristocracia.
Con una técnica perfeccionada en el siglo XVIII, los muebles se protegían con elegantes piezas de bronce dorado, además de fabricarse múltiples objetos como candelabros, morillos para chimenea y relojes, los cuales se establecieron como sello distintivo de decoración, denominado “bronzes d’ameublement”.
Teniendo a la iluminación como el factor más importante en la decoración, los candelabros y candeleros jugaban un papel relevante, colocándose frente a espejos para así duplicar la luz, siendo los objetos más imprescindibles y dominantes en las estancias.
La fabricación de éstos tenía mucho que ver con las condiciones y características del espacio a iluminar, ya fueran construidos en parejas, o en mayor número. Todo en base para cubrir las necesidades requeridas por los grandes espacios y áreas de salones de eventos y convenciones.
Los bronzes d’ameublement, de una calidad superior, se fabricaban en ormolú, que consiste en aplicar un amalgama de oro finamente molido a un objeto de bronce, o en su defecto, dorados al mercurio; lo que ofrecía una buena calidad, comparado con el sistema de dorado al ácido y su posterior laqueado.
Durante la fabricación de estos objetos, por imposición de las agrupaciones de trabajadores, debían ser elaborados por diferentes artesanos (lo que complicaba el proceso de ejecución, por tener que pasar por distintas manos). Cada uno con una especialidad. Primeramente, los modelos eran entregados por los escultores, ya fuera en cera, madera o terracota.
Todo empezaba con la fundición por procedimiento en moldes a base de arcilla. Posteriormente, recibían su acabado mediante cincelados para, finalmente, recibir su elegante terminación en color dorado; obteniendo como resultado hermosas piezas que todavía pueden llegar a encontrarse como antigüedades de lujo, y que bien vale la pena buscar en los distintos negocios dedicados a este rubro; ya que una pieza de éstas nunca desentonará dentro de una decoración delicada y sofisticada, además de ser un distintivo que remonta a un período de transición en el buen gusto.