"Extracción de la Piedra de la Locura" (Pieter Huys, 1561) |
ALDOUS HUXLEY:
UN MUNDO MÁS ALLÁ DE ESTA REALIDAD
“¡Oh tú, de alta cuna, no permitas
que tu mente se perturbe.”
(Libro Tibetano de los Muertos)
E
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l reconocido escritor y filósofo
británico, Aldous Huxley, tuvo la fortuna de experimentar por carne propia, lo
que para él fuera una auténtica transfiguración, literalmente hablando. Quienes
alguna vez hemos escuchado sobre él, lo recordamos por su famosa obra “Un
Mundo Feliz”, en donde a manera de historia ficticia, deja entrever, los
peligros de un futuro mal manejo de las nuevas tecnologías por parte de los
seres humanos.
El
siglo XX fue una etapa revolucionaria en todos los aspectos, y no es de
extrañarse que, dado el materialismo reinante de la época, personajes como
Huxley se vieran interesados en áreas tales como el misticismo y la
parapsicología. De acuerdo con palabras de éste, en la primavera de 1953,
aceptó ser parte de una investigación como sujeto de prueba, consumiendo una
dosis de mescalina. ¿El objetivo? Tratar de comprender la percepción del mundo
que otras personas pudieran tener; sea porque son adictas a sustancia alguna, o
por carecer por propia naturaleza, de sus facultades mentales.
Huxley
relata una vivencia única bajo los efectos de este alucinógeno, cuya actuar a
nivel biológico, reduce la cantidad de azúcar al cerebro. Ante la proliferación
de acentuados matices y la agudeza perceptiva en la que se vio inmerso, a causa
de la mescalina, el filósofo nos plantea la idea de la existencia de algo que
él llamó: “Inteligencia Libre”. Según este concepto, el ser
humano es y posee netamente Inteligencia Libre; de modo que, en cualquier
instante, podría recordar y percibir lo que en todos lados ocurriera. No
obstante, la evolución —ante una carga tan pesada que supondría, para el hombre,
el exceso de información—, diseñó una válvula reductora que estaría supervisada
por el cerebro y el sistema nervioso. Fue durante su trance a causa de la
mescalina, cuando pudo romper, al menos en palabras de él, una parte de la
barrera impuesta por dicha válvula.
“Este
mundo”,
como es conocido por las religiones, es el resultado de la actividad de la ya
mencionada válvula, la cual, tan sólo nos permite vislumbrar una limitada
realidad; obligando al hombre a conocer, parcialmente, el Universo. La
filosofía, los símbolos y la religión son atisbos, de cuando el hombre se ha
percatado de que, efectivamente, hay algo más allá de este plano en el que
diariamente nos movemos: algo trascendental.
Sin
embargo, el filósofo admite que existen personas dotadas de habilidades
superiores, que antaño y en el presente, han sido capaces de penetrar en esta
otra realidad; y que, en muchas ocasiones, su experiencia ha desembocado en la
fundación de las religiones. En lo que a esto se refiere, Huxley hace una
reflexión.
La
mayor parte de las veces, mas no siempre, como aclara, las religiones se han
inclinado a cerrar los ojos y mirar hacia adentro. En palabras más claras: han
visto como noble únicamente lo interior, minimizando el plano objetivo o
material. ¿El motivo? En el mundo interior hay tranquilidad y monotonía; en
cambio, en el mundo exterior, es en donde a diario debemos idear estrategias de
cómo desenvolvernos, de cómo comportarnos: lograr sobrevivir. Y a ejemplo de lo
anterior, citaba la frase de Lallemant: “Nada nos debe asombrar en la Naturaleza,
con la única excepción de la Encarnación de Cristo”.
Tomando
en consideración lo ya mencionado, Huxley prosigue con un análisis, sobre lo
que para él sería el origen de la esquizofrenia. Una condición de un alma
enferma. Compara al paciente como una persona que suele estar siempre bajo la
influencia de la mescalina, buscando escapar de la realidad porque se siente
incompatible con ella. Al momento, recordó el Libro Tibetano de los Muertos,
en donde se habla, de cómo el alma del difunto —al encontrarse con la Clara Luz
del Vacío—, busca rehuir a toda costa de ella, aunque eso implicara sumergirse
en la oscuridad; resultado de la incompatibilidad del egoísmo humano y la
pureza de la divinidad.
Es
entonces, cuando Huxley dice que, quizás si los psiquiatras hicieran lo que los
monjes tibetanos practicaban con los moribundos y los muertos, guiándolos con
su voz para darles confianza en la Luz, así los psiquiatras, aseguraran y
dieran familiaridad constante e incansablemente a los enfermos sobre la
realidad, y pudiendo, posiblemente, ayudarles a conquistar un poco de dominio
sobre el Universo. Esto nos recuerda al planteamiento de Sócrates, quien decía
que el filósofo debe ser quien ayude a curar el alma, así como el médico al
cuerpo.
Aldous
Huxley, evidentemente, nos dejó como herencia una gran aportación en el plano
intelectual, que bien merece ser estudiada de una manera más profunda. Y para concluir
este artículo, no podemos negar que existen cosas, todavía hoy, incomprensibles
para nosotros. Lo importante es estar conscientes de ello, y procurar siempre,
guiarnos por el buen camino y siendo dueños de nosotros mismos. ¿Y cómo lo
lograremos? Aprendiendo, esforzándonos y siendo siempre humildes.
“El conocimiento
habla
y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).