lunes, 17 de febrero de 2020

AMENOFIS IV: "Al llegar al poder suprime el culto a los dioses, devolviendo la dignidad a uno solo. La nueva doctrina concibe no sólo a un Único Dios, sino a un dios amoroso, padre de todas las naciones. La felicidad puede ser encontrada, sólo si aprendemos a ser conducidos por el conocimiento del bien y la verdad".

"Akhenaton, Nefertiti y tres de sus hijas" (Neues Museum, Berlín)


AMENOFIS IV: EL SIERVO DE ATÓN

A
menofis IV fue uno de los personajes más sobresalientes de la historia del Imperio Egipto. Este destacado faraón es recordado —contrariamente por lo que muchos lo son—, no por sus logros políticos o militares, sino por ser considerado, en palabras del egiptólogo y arqueólogo Barry Kemp: “el primer reformador religioso del que se ha tenido registro”.

Antes de ahondar en el tema, es necesario resaltar las posibles causas que pudieron motivarlo a iniciar una reforma religiosa de tal magnitud, misma que dio lugar a muchas inconformidades en su tiempo, por tratarse de una idea que rompía con los esquemas de sus antecesores. Por parte de su padre (Amenofis III) poseía la sangre egipcia de su pueblo; pero por el lado materno (la reina Tiy) portaba sangre fenicia e indoeuropea. Algunas teorías suponen que, si bien es cierto, que desde niño obtuvo conocimiento de la cosmogonía solar, así como del sistema religioso en práctica, esta mezcla de culturas debió provocarle la posterior inclinación hacia una ideología excéntrica a sus contemporáneos.

La idea que proponía Amenofis IV no era del todo desconocida, pues ya años atrás se rendía culto al Sol, el cual era representado bajo la imagen de un hombre con cabeza de halcón. A dicha deidad se le conoció como “Atón”, de quien los mitos primigenios egipcios decían, era el ser supremo y creador de todo cuanto existe. Pero años más tarde, las ideas cambiarían: el dios “Amón” cobraría predominio, acontecimiento que se vio reflejado en el gran poder adquirido de parte de la clase sacerdotal.

Al llegar al poder, Amenofis IV suprime el entonces culto vigente a Amón, al igual que del resto de dioses del panteón egipcio; a la vez que se autonombra: “Sumo Sacerdote de Atón”, removiendo de su cargo al “Sacerdote de Amón” en turno, devolviendo la dignidad del olvidado dios. Esto dio lugar al “Atonismo”, dogma monoteísta que confesaba su fe en el “dios que está oculto”. Este proceder ocasionó la pérdida de importantes privilegios de los sacerdotes, originando —como sería de esperarse— serios disgustos con el soberano. Finalmente, Amenofis IV termina por cambiar su propio nombre por el de “Akhenatón”, cuyo significado es: “Servidor de Atón”.

A diferencia a como el dios Atón era originalmente representado (hombre con cabeza de halcón), Amenofis IV decide desproveerlo de toda imagen y materia, concibiéndolo como un ser en estado de pureza plena: el espíritu supremo. Su única representación sería como un disco rojo del que los rayos son proyectados, tocando a los monarcas y otorgándoles el poder y la vida.

Los puntos principales de la nueva doctrina conciben a Atón, no sólo como el Único Dios, sino como un padre amoroso. Pues no sólo se limitó a crear a los seres vivos y a lo inanimado en un acto de voluntad, sino que, todo el tiempo ha mostrado —y continúa mostrando— preocupación por proveerles de los recursos necesarios para su sustento. Asimismo, no es una divinidad exclusiva del pueblo egipcio, sino que, su providencia abarca a todas las naciones. De acuerdo con esta concepción, la felicidad puede ser encontrada por el ser humano sólo si aprende a conducirse con el conocimiento del bien y la verdad.

“La Alabanza de Atón” fue un himno y obra religiosa escrito por Amenofis IV, muchos años antes que los Salmos de David. He aquí unos extractos que nos sobreviven:

“Tu aurora es hermosa en el horizonte, ¡oh, vivo Atón, principio de la vida! Cuando tú apareces en el Levante llenas la tierra de tu hermosura. Tú lo has unido todo con amor. Tú estás lejos pero tu luz acaricia la tierra; tú estás en lo alto, mas tus huellas dan el resplandor de los días.

Cuando te escondes en el Poniente la tierra se sume en las tinieblas como los muertos en sus sepulcros. Por ello cada día es Día de Fiesta para Egipto. Los rebaños descansan en la hierba, las plantas florecen y las aves cantan; sus alas se levantan en adoración cuando tú has brillado.

Tú creas al hijo del hombre, tú fabricas su simiente. Le das vida y lo cuidas antes de nacer. Y cuando le llega su hora, abres su boca y le das alimento.

¡Cuán múltiples son tus obras! ¡Cuán incomprensibles para nosotros! Único Dios, tú has creado las cosas según tu corazón”.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).