viernes, 31 de enero de 2020

MAL DE OJO: "Los terapeutas indígenas llegan a dominar la ovomancia, la cual consiste, no sólo en la limpia mediante el uso del huevo, sino que, además, ofrecen el descubrimiento del origen del mal padecido. ¿Realidad o superstición?".



EL MAL DE OJO: ENERGÍA NEGATIVA

L
os indígenas, en México, consideraban, que los ojeadores podían ser —principalmente— de tres tipos. Primeramente: aquellos que han estado expuestos a lo caliente (gente acalorada; gente que estuvo rodeada con otros más; personas expuestas al sol; individuos que hubieren ingerido bebidas alcohólicas y/o embarazadas). Segundo: los “aires” provenientes de la lluvia. Tercero: personas nacidas con la mirada pesada; incluso los animales podían llegar a tener esta propiedad.

Se dice, que la intervención de un médico, como tal, podría ser peligrosa y, por lo tanto, podría ser lo menos conveniente; pues al tratarse de una situación ajena al campo científico, éste podría diagnosticar incorrectamente, llegando a ser, incluso, contraproducente. La figura del curandero era y, continúa siendo todavía en muchas partes, esencial para el tratamiento del mal de ojo. Entre los diversos modos de tratamiento del padecimiento, se encuentran los baños a los niños y el uso de determinadas plantas medicinales. Por ser un mal surgido del “calor”, son requeridas hierbas frescas como: la albahaca, la valeriana, la ruda y la hierba santa, entre otras.

En muchos casos, se emplea el lavado de la cabeza para refrescarla. No puede faltar la pronunciación de oraciones y, para muchas situaciones más, se solicita la presencia de los ojeadores para que abracen o toquen al niño, y así, de esta manera, terminar con la conexión.

Algunos indígenas, presumen, que la energía negativa se concentra en ciertas personas, en las orejas, en las cejas, en la cabeza, en la frente y, en algunas más, en el centro de las palmas de las manos, en las plantas de los pies y en las coyunturas. Un método eficaz y muy difundido, es el tratamiento mediante la frotación de un huevo de gallina, al paciente. Es lo que se denomina “limpia”, al igual que si se utilizara una planta.

Los terapeutas indígenas, llegan a dominar la técnica de la ovomancia, la cual consiste, no sólo en la limpia mediante el uso del huevo, sino que, además, ofrecen el descubrimiento del origen del mal padecido.

Al hablar de la profilaxis, se citan objetos apotropaicos que alejen las energías negativas. En muchas culturas del mundo, por ejemplo, se ha oído hablar del nazar (Turquía), del ojo de Horus (Egipto), el Jamsa (Oriente Medio) y la runa Tyr (Europa), como reliquias protectoras para el desviamiento de este mal. En México, es común el uso de cintas, pulseras y collares de color rojo; de modo que redireccionen la mirada de los ojeadores.

Famoso es el “ojo de venado”, semilla empleada como ornamento personal, que aparta el mal de ojo a quien lo porta. Según se relata, es debido a la forma de “ojo”, como su nombre bien lo expresa, por lo que este amuleto debe su eficacia; y a la par, la forma de los ojos humanos, tienen cierta semejanza con un huevo, por su forma ovalada. Y de acuerdo con muchas culturas, el huevo es símbolo del inicio de la vida y, por lo tanto, sagrado y de respeto.

¿Realidad o superstición? Lo cierto es, que se trata de un tema muy difundido y enseñado por muchos miembros de las etnias mexicanas (y también en muchos lugares del mundo, sorprendentemente), hasta hoy en día, que aún conservan, su rico bagaje cultural.

Y aunque la ciencia sea la que nos dirija y nos conduzca en la actualidad de nuestro mundo, no podemos descartar la posibilidad, de que existan muchas circunstancias que escapen, o que se encuentren fuera del alcance de nuestra comprensión humana.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).