“Cuando
el teléfono estaba atado
al
cable, los humanos eran libres”
(Anónimo:
cita difundida en internet)
E
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l uso de este invento revolucionario,
en lo que se refiere a la comunicación, ha sido de gran utilidad para los seres
humanos. Pero: ¿hasta qué punto ha sido benéfico o dañino, conforme ha ido
evolucionando? Como sabemos, de acuerdo con la historia, el primer dispositivo
de telecomunicación se inventó en 1854, por Antonio Meucci; quien tuvo
problemas financieros, por los cuales, le fue imposible patentar su invento.
Años
más tarde, en 1876, Alexander Graham Bell retomó la inquietud por inventar un
aparato de telecomunicaciones que funcionara correctamente. Y no sólo eso, él
fue quien patentó debidamente el nuevo dispositivo. En compañía de Elisha Gray,
fueron reconocidos como los inventores.
Pero,
hace algunos años atrás y para ser exactos, el 11 de junio de 2002, el Congreso
de los Estados Unidos de Norteamérica, decidió aprobar la resolución 269, y con
ello, se reconoció a Antonio Meucci como el genuino inventor del teléfono.
La
mayoría de los adultos de hoy en día, recordaremos que, en nuestra época
infantil, no tan fácilmente se podía gozar de contar con un teléfono en casa. Dependíamos
del teléfono público, ya sea en una caseta telefónica, que era atendida por una
telefonista; o la segunda opción, un teléfono en la calle, donde depositabas
monedas y de esa forma podías tener el servicio por un período corto de tiempo.
El
servicio telefónico ha ido evolucionando, como todo en la actualidad. Los
teléfonos antiguos contaban con un disco giratorio para realizar la marcación
de algún número; después, llegó el teléfono con botones individuales para seleccionar
cada número. Mucho más cómodo y sencillo que su antecesor.
Los
teléfonos de antes no eran tan lujosos como los que existen actualmente. Únicamente
servían para una sola cosa: hablar por medio de ellos. No
contaban con memoria interna para almacenar información de nuestros contactos
frecuentes, ni tampoco tenían el servicio de buzón de llamadas.
Algo
que, para algunos, posiblemente causará nostalgia: los teléfonos de antes
siempre permanecían en un sólo lugar, ya que todo estaba sujeto al cable, lo que
les permitía tener el servicio de comunicación.
Hoy,
podemos disfrutar de una variedad y de una gama muy extensa en lo que se
refiere a modelos, colores, estilos y diferentes opciones de servicio en estos dispositivos.
Ya no necesitamos memorizar números telefónicos de familiares o amigos, ya que
basta con recibir una llamada por parte de cada uno de ellos, o ingresar
directamente la información por cuenta propia, y de ese modo, identificarles.
También,
ya no tenemos que preocuparnos por no levantar la bocina, con el temor de
llevarnos una desagradable sorpresa; nos han hecho tan fácil el uso de estos
aparatos, que ahora sólo basta con ver la pantalla y ver quién nos está
intentando localizar.
Por
si todo lo anterior no fuera suficiente, existen las modalidades de poder
recibir más de una llama al mismo tiempo, mientras se pone en pausa y se
atiende a otra llamada; incluso, tiene la opción de hablar tres personas al
mismo tiempo en el caso de necesitarlo.
Por
último, y no menos importante, si llegas a recibir una llamada telefónica y no
te encuentras en casa, no hay problema: el buzón de voz atenderá por ti y podrá
almacenar archivos de voz, dejado por la persona que necesita contactarte, y
así más tarde, puedas regresar o devolver la llamada.
Algo
para reflexionar: ¿el teléfono se ha convertido en un amigo o en un enemigo? Se
preguntarán por qué verlo de esas dos formas. Es tan sencillo usarlo, pero nos
hace tan fácil todo, que ya no necesitamos guardar números telefónicos en
nuestro cerebro.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).