miércoles, 19 de febrero de 2020

EL SOL: "Anaxágoras, contrariando a su tiempo, pensaba que el sol no era una divinidad, sino que consistía en una enorme masa candente. Hoy se sabe, que se trata de una enorme estrella; una gran esfera gaseosa y centro de nuestro sistema solar, cuya parte externa se encuentra en constante ebullición".



EL SOL: LA LUZ DE NUESTRA VIDA

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urante las horas de luz sabemos que se encuentra allí, y cuando oscurece sabemos que al “día siguiente” volverá. De modo que, todo pareciera, que nos resulta cotidiana e irrelevante su presencia. Se dice que, antes de que el hombre tuviera acceso a tantas comodidades —como de las que hoy goza—, solía siempre dirigir sus ojos al cielo, de donde sus ancestros procedían y hacia donde retornaron. Hoy en cambio, el día con día de la gran mayoría, sólo se enfoca a una vida horizontal, inmersos en sí mismos.

La luz del sol es pieza clave para la vida de todos los organismos de la Tierra, y a su vez, causante de muchos de los fenómenos energéticos de nuestro planeta; como lo son las corrientes marinas y los vientos atmosféricos, ambos valiosos para la distribución de calor en el globo terráqueo por agua y aire.

El surgimiento del sol —entre las teorías más aceptadas—, se piensa que ocurrió hace aproximadamente 4,600 millones de años, cuando el Universo era relativamente “joven”, contando por aquel entonces, con una edad de apenas 10 mil años (pues se dice, que actualmente el Universo tiene una antigüedad de 15,000 millones de años). El sol tuvo su origen —y con ello, el sistema solar— a raíz de la condensación de una primigenia nube de gas y polvo cósmico. 

La nube antes dicha, se formó por eventos catastróficos previos en el Universo. Ésta tenía una forma irregular, pero gracias a que giraba en torno a sí misma, logró no sólo conservar su estructura, sino que la fue moldeando hasta ganar un aspecto de disco aplanado. Pero al cabo de un tiempo, debido a la gravedad y al movimiento siempre presente, el material que la componía terminó finalmente por concentrarse en su parte central, dando lugar a una masa enorme de hidrógeno, pero ahora con forma de esfera, que se le conoció como “protosol”.

Esta esfera gigante o protosol, continuaría creciendo y alcanzando temperaturas sumamente elevadas, hasta que en algún momento no pudo contenerse más y explotó. La detonación provocó que el sol naciente se expandiera.

Acto seguido, los átomos —en estado gaseoso— presentes en la nube restante, comenzaron a enfriarse, a condensarse y con el tiempo a formar metales y rocas; mismos que, posteriormente, comenzaron a impactarse unos con otros durante muchos años, formando así, cuerpos de mayor tamaño, conocidos como “planetesimales”. ¿A qué se debían estos choques constantes? Debido a la gravedad, misma que actúa como una fuerza de atracción sobre otros cuerpos; y que entre mayor sea la masa del objeto, mayor será dicha fuerza.

Al cabo de millones de años, la masa y la estructura, fueron lo suficientemente colosales como para diferenciarse en planetas, asteroides y satélites. De acuerdo con los científicos, esta teoría del origen del sistema solar puede evidenciarse en las cicatrices que los cuerpos presentan en su superficie, puesto que todos los cráteres que vemos son producto de los intensos impactos de miles de años en el pasado.

Trasladándonos a tiempos más recientes, Anaxágoras, contrariando a su tiempo, pensaba que el sol no era una divinidad, sino que consistía en una enorme masa candente. Hoy se sabe, que se trata de una enorme estrella: una gran esfera gaseosa y centro de nuestro sistema solar, cuya parte externa de dicho cuerpo, se encuentra en constante ebullición.

Según la ciencia, la temperatura del centro solar es de 15 millones de grados centígrados, y la de su superficie es menos caliente, alcanzando los 5,500 grados centígrados. Su constitución abarca una cantidad considerable de hidrógeno, el cual, a su vez, con las reacciones que se llevan a cabo en este colosal cuerpo, dan surgimiento a los átomos de helio. Como dato de interés, el helio fue descubierto primero en el sol que en la propia Tierra; motivo por lo que fue bautizado como tal, en honor a Helios, dios solar de la Grecia Antigua.

Pese a que la constante energía nuclear que el sol produce le ocasiona pérdida de masa (cada segundo pierde cerca de 4 millones de toneladas), debido a la transformación de hidrógeno a helio, la luz que emite se mantiene lo suficientemente estable, como para no tornarse como una grave alteración para nosotros.

Los biólogos dicen que el origen de la vida proviene de las aguas. Pero si consideramos la existencia anterior de este tipo de historias en el vasto espacio exterior, nos detendríamos a comprender el motivo por el cual, nuestros ancestros levantaban sus ojos a los cielos: respetándolo y valorándolo inmensamente.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).