jueves, 12 de marzo de 2020

CAMELLO: "Al recorrer los desiertos, son incansables y sus jorobas representan los problemas que los humanos cargan a cuestas. Son un ejemplo para resolver y enfrentar los problemas de la vida. Cuando alguien está perdido en el desierto y encuentra huellas, hay que seguirlas para hallar el sendero a la salvación".



CAMELLO: EL VIAJERO DEL DESIERTO

A
l hablar de animales que tienen la particularidad de ser resistentes a las condiciones extremas de la naturaleza, uno de los que de inmediato suele destacarse son los camellos y dromedarios. Seres que habitan en condiciones de escasez de agua y alimento.

Existen tres especies de estos animales tan especiales, originarios de las zonas desérticas asiáticas; el “dromedario” (Camelus dromedarius), el “camello bactriano” (Camelus bactrianus) y el “camello salvaje” (Camelus ferus). Salvo este último, los otros se han domesticado y han sido de gran ayuda para el hombre a través de los años, como animales de carga, independientemente de la leche, carne y piel.

Con una imagen simpática y comportamiento despreocupado, el dromedario se diferencia de las otras especies de camellos en que sólo cuenta con una joroba, caso contrario a los otros que tienen dos. Por mucho tiempo se ha dicho que, en las jorobas, los camellos almacenaban agua para soportar las travesías por el desierto y mantenerse hidratados; pero lo cierto es que son depósitos de grasa que son utilizados como reserva de energía, la cual es utilizada durante grandes trayectos.

Pueden mantenerse sin beber agua durante diez días e ingerir cerca de 150 litros en un momento. Logran una altura superior a los 2.10 metros en el caso de los dromedarios y de 1.50 metros en los camellos. Alcanzan una velocidad máxima de 65 Km/h, promediando una velocidad constante de 40 Km/h y su esperanza de vida ronda los cincuenta años.

Los dromedarios, al proceder de la Península Arábiga, están más adecuados a vivir en entornos con temperaturas superiores a los 50° C; mientras que los camellos, procedentes de Asia Central, han logrado adaptarse a temperaturas congelantes de hasta -40° C. De ahí que el pelaje juegue un papel importante en estos magníficos animales, siendo más largo en los camellos y corto en los dromedarios, debido a las condiciones climáticas mencionadas.

Como simbología, el camello para los asiáticos puede llegar a significar todo lo malo que pueda tener una persona, principalmente con la ambición no conseguida. Para los árabes significa la tenacidad del hombre que se va en búsqueda de trascender, superando obstáculos de la vida; esto comparado con las distancias que recorren los camellos en condiciones adversas.

Los camellos, al recorrer los grandes desiertos, se muestran incansables y sus jorobas representan los problemas que los humanos cargan a cuestas; por lo que, llegan a ser considerados, un ejemplo para resolver y enfrentar los problemas de la vida.

Por eso se dice, que cuando alguien está perdido en el desierto y encuentra huellas de camello, hay que seguirlas para hallar el sendero a la salvación. Pero qué mejor toparse con uno, ya que las leyendas relatan que ayudan a la gente extraviada, protegiéndolas de las inclemencias del desierto y ayudándolas a  encontrar el camino a seguir.

El camello también ha sido objeto de reflexiones, he aquí un ejemplo de un Cuento Sufí, que nos explica sobre el poder de la mente y su influencia en nuestra percepción del entorno.

Se cuenta que cierta noche, después de un largo y fatigoso recorrido por el desierto, una caravana de camellos decidió detenerse para descansar y reanudar el viaje al amanecer. Cansados los conductores, al momento de atar a los camellos, se percataron que hacía falta un poste para atar al último de los rumiantes.

Pensando en la posibilidad de pasar la noche en vela, cuidando al camello para evitar que se escapara, a uno de ellos se le ocurrió la idea de acercarse al animal, tomar su rienda y simular los movimientos habituales de atarlo, como se hizo con el resto. Y esto funcionó, el camello creyó estar atado a un poste imaginario.

A la mañana siguiente, al disponerse a partir, alistaron a los camellos. Pero el último, el que fuera atado simuladamente, no quería ponerse en pie. Por lo que comprendieron que él necesitaba ser “desatado”, a lo que el hombre que lo “ató” se le acercó e hizo los movimientos, simulando desatarlo. Acto seguido, el camello se levantó y se preparó para el viaje, sintiéndose liberado.

Es por ello, que la enseñanza y similitud con los camellos nos enfatizan la afinidad a la hora de enfrentar circunstancias difíciles y drásticas de nuestra existencia.


“El conocimiento habla
Y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).