EL HELADO: DULCE HERENCIA HISTÓRICA
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ingún tipo de relevancia puede que nos
represente este delicioso postre. Ha llegado a ser tan convencional que
prácticamente en todos lados podemos saborearlos, en distintos tamaños, estilos
y sabores. Infinidad de marcas lo comercializan actualmente. Cada una de ellas
imprimiéndole su sello característico.
Antes
de que el hombre dominara la técnica de la fabricación y la conservación del
hielo, estaba obligado a acudir a lo alto de las montañas de las zonas frías
para su obtención. La recolección era propicia, claro está, durante la
temporada invernal. Algunas civilizaciones solían hacer el envío de los
esclavos para cumplir el cometido.
Existe
debate en torno a cuál de las culturas es a la que le debemos las gracias por
la invención de este postre. Pues se tienen indicios de él desde varios siglos
antes de nuestra era. Los chinos habrían de haber ideado una técnica para la
conservación de productos frescos azucarados, que no se limitaba sólo al uso con
aguas frutales, sino tiempo después, a la utilización de la leche, néctares y
miel con procesos más sofisticados, tras descubrir las bondades de la sal para
la conservación del hielo.
Se
cuenta que todo habría de iniciar en las capas más bajas de la sociedad. Los
chinos mandaban hombres a las montañas para conseguir hielo, con el cual darían
de beber a los trabajadores de la muralla. En algún momento estos hombres
enviados —a la hora de disponerse a pasar la noche, ya de vuelta—, comenzaron a
dejar sus infusiones de hierbas, que llevaban consigo, en los contenedores que
almacenaban las piezas de hielo recogidas. De modo que, a la mañana siguiente
al reanudar el viaje de regreso a la ciudad, tenían un producto sólido, el cual
luego agregaban a un recipiente con leche para consumirlo.
Por
otro lado, los persas son reconocidos por ser los creadores de los primeros
enfriadores naturales de la historia. Según se sabe, estas construcciones eran
subterráneas para evitar lo menos posible el contacto del hielo con el exterior
y con el sol, asemejándose más a un tipo de pozo, sólo que frío. Se les llamaba
“Yajchal” y la cubierta protectora de la superficie tenía forma
de cúpula.
En
Europa, los griegos y romanos gustaban de disfrutar productos a base de nieve,
mezclado con frutas y leche. Algo muy popular dentro del ejército. Entre las
figuras de distintas épocas que pueden citarse, encontramos a Alejandro Magno,
Nerón, Marco Polo y a Hipócrates como algunos de sus admiradores. Éste último veía en los congelados un
beneficio para la salud.
En
tiempos más recientes, a mediados del siglo XVII, el monarca Luis XIV sería
otro de los aficionados a esta delicia. Por aquellos años, vivía en Francia un
hombre llamado Francesco Procopio dei Coltelli, mejor conocido en la
época como “Le Procope”; al cual se le adjudica la invención de
la primera crema helada más parecida a como hoy la conocemos y por lo que, actualmente,
se le ha otorgado el título de “el padre del helado”.
Dei
Coltelli, a su vez, es reconocido por haber sido el propietario del primer
establecimiento de venta de helados en París, al que llamó “Café Procope”,
lugar histórico y punto de reunión de importantes eruditos de aquellos años, y
que a la fecha sus puertas continúan abiertas.
“El
conocimiento habla
y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix,
1942-1970).