HERÁLDICA: IDENTIFICACIÓN DEL LINAJE
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no de los cuestionamientos que todos
nos hemos llegado a hacer, tiene como principal interrogante: cuál es el origen
de nuestro apellido. Cabe señalar que existe “la ciencia del blasón”, la que es conocida de forma simple sólo
como “Heráldica”.
Se
cuenta que surgió en Europa durante la Edad Media, desde el siglo V hasta el XV
de lo que comprendió este período histórico de la existencia humana. Se
estableció como una forma de identificación del linaje de las jerarquías dentro
de la nobleza, teniendo como base la identificación de ciudades y regiones.
Es
muy importante diferenciar la Genealogía
de la Heráldica, ya que por simple
que parezca, no todos pueden hacer uso de un “Escudo de Armas”
atribuido a cierto apellido que se esté estudiando. La Genealogía nos puede
llevar a rastrear una línea de antepasados que, no sólo por eso, dicho apellido
pueda hacerse acreedor para utilizar determinado escudo; ya que, como
explicamos en el párrafo anterior, tiene mucho que ver con títulos nobiliarios,
los cuales fueron establecidos en su época.
Es
posible que pueda darse el caso de que, al escudriñar, cierta persona identifique —por medio de documentación—, que está en línea masculina directa y
que desciende de un personaje de linaje nobiliario. Aquí es donde la Heráldica entra en acción, validando la
autenticidad, misma que está restringida para los que tienen el reconocimiento
para utilizar el Blasón o Escudo correspondiente.
La
composición de un Blasón tiene que ver con la forma del escudo de los
caballeros medievales, no tomando en cuenta los adornos exteriores que éste
lleva. El área del escudo se denomina campo, el cual puede tener
particiones (compuesto por dos divisiones o más) horizontales, verticales, etc.
En
la Heráldica, los colores usados en
los campos y figuras se denominan “esmaltes”. Se utilizan dos
colores de metales, como lo son el oro y plata, que pueden ser sustituidos por
amarillo y blanco, tomando en cuenta que no pueden ser utilizados al mismo
tiempo tanto los primeros como los segundos. Los otros colores son: gules
(rojo), sinople (verde), azur (azul), sable
(negro) y púrpura; haciendo un total de siete esmaltes, no siendo
aceptadas las variaciones en las tonalidades de tal o cual color.
Dentro
de la “reglamentación” se acepta el
uso de más colores, siempre y cuando correspondan a animales, plantas, personas
y edificaciones.
Las
figuras son claves para la definición, interpretación y reconocimiento del
Blasón, mismas que van en el o los campos, y se definen en cuatro tipos: heráldicas
(bandas, borduras, cruces, aspas, etc.), naturales (plantas,
animales, etc.), artificiales (edificaciones) y quiméricas
(seres mitológicos).
Existen
leyes como la de jamás poner “metal sobre
metal” o “color sobre color”, lo
que significa que campo y figura no pueden ser de la misma tonalidad. Las
figuras deben ser colocadas en el orden que pertenecen; cuando se trate de una
sola figura (quimérica, natural o artificial) hay que colocarla al centro del
escudo sin que toque los extremos y, si son varias, pueden colocarse una sobre
otra. Por último, figuras que no sean honorables y sean en número de tres, se
colocarán en formación de dos en jefe y una en punta.
Los
adornos exteriores u ornamentaciones se les conocen como “timbres”,
siendo el yelmo el más común, utilizado en la gran mayoría de Escudos de Armas.
Hoy
en día se pueden comprar “Blasones” sin ninguna base que los fundamenten.
Pero no por eso signifique que esté bien hacerlo.
“El
conocimiento habla
Y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).