ORIGAMI:
CREATIVIDAD Y ARTE EN UN TROZO DE PAPEL
E
|
l ingenio del hombre no tiene límites.
No conforme con proyectar sus ideas y sentimientos a través del uso de pintura,
por medio de la organización de sonidos, o disciplinando los movimientos de su
cuerpo para crear una coreografía, el arte también lo ha aprendido a plasmar en
el papel.
Esta
técnica que cada vez adquiere mayor difusión a nivel mundial, conocida como “Origami”
—cuyo vocablo proviene del japonés y significa: “plegar papel”— y a
veces llamada “Papiroflexia” (“papel” + “flexión”),
se encuentra basada en el intelecto y en la habilidad del artista, quien
recurre también al uso de las matemáticas para su perfeccionamiento. Como su
nombre lo indica, es de un trozo de papel de donde parte toda la magia.
Desde
sobrios diseños, hasta sofisticadas figuras que bien podrían entrar en la
categoría de “esculturas de papel”, son resultado de un minucioso
trabajo artístico. Entre estas formas podemos encontrar: animales, plantas,
objetos, monigotes y más. Todo depende del grado de creatividad de su autor y
del tiempo que decida emplear para su elaboración.
Se
cree que su origen podría venir de los chinos a comienzos de nuestra era,
quienes posteriormente lo llevarían a Japón siglos más tarde. Esta actividad no
es sólo un pasatiempo, es benéfica no solamente para la estimulación mental;
sino, además, para la liberación de energías en el individuo, dada la
concentración que implica.
La
técnica se basa en la creación de diseños sin recurrir a la incisión del papel.
Un sitio interesante dedicado a este arte es la Escuela Museo Origami
Zaragoza (EMOZ), en España; donde es posible admirar minuciosas e
ingeniosas piezas de extraordinaria destreza manual.
El
escritor y erudito Miguel de Unamuno es autor de la obra que se titula: “Apuntes
sobre Cocotología”. A diferencia de la mayoría de nosotros, que pudiéramos
ver en la técnica del diseño de figuras de este tipo como algo superfluo, de
Unamuno aprovecha para proyectar una visión filosófica sobre la penetración de
las ideas del Materialismo en nuestra concepción del mundo, y la
repercusión que éste ha ganado sobre la Razón, desembocando finalmente
en la Ciencia; sobre todo, en lo que a la evolución y diversidad
de seres vivos se refiere.
La
creación de la “pajarita” o “cocotte” —figura con forma de
ave y en la cual se centra el texto (de allí “Cocotología”)—, nos
recuerda que somos un humilde instrumento de una “Potencia Suprema e
Inteligente”, como el filósofo expresa, puesto que las formas que, con
nuestras manos fabricamos, son inspiradas de seres que previamente alguien
superior ha creado.
Para
él, la pajarita tiende a la perfección y a un ideal geométrico cuando le
diseñamos, aunque no sea posible alcanzarlo. Y considera que, cuanto más
perfecto es algo, menor distintivo tendrá, siendo la imperfección la que nos
permite identificar porque esto no es aquello, y viceversa.
La
obra, en general, amonesta el olvido progresivo del espíritu, que deja como
prioridad a la materia. Al grado de expresar: “La razón cae y tiene que
caer naturalmente en el transformismo, si la fe no la sostiene
sobrenaturalmente”.
“El
conocimiento habla
Y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).