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n la vida de todo ser humano siempre
existirá algún tipo de creencia hacia el destino, y que se basa en la buena o
mala suerte, contrarias a la razón. Las supersticiones o cábalas están presentes
de una u otra forma. En ocasiones, de forma involuntaria; pero, por lo general,
están ahí bajo toda conciencia.
Desde
levantarse con el “pie derecho” hasta
evitar casarse un “martes 13”, son
cosas que se viven dentro del pensamiento de mucha gente. De muchas formas se
puede llegar a vivir bajo la influencia de alguna superstición, hasta el grado
de caer en lo ilógico y lo ridículo.
Podemos
atribuir a las coincidencias para hacer efectiva una cábala. Esto es más común
de lo que suponemos y se puede apreciar en cualquier situación cotidiana. Desde
tirar accidentalmente la sal, romper un espejo o que un gato negro se cruce por
nuestro camino; hará que de inmediato nuestro cerebro actúe, visualizando un
posible panorama negativo de lo que nos sucederá por haber sido marcados por
tan mal evento.
Caso
contrario sucede cuando se tiene algún tipo de amuleto, ya sea una herradura
con siete agujeros, una pata de conejo, o bien, encontrarse un trébol con
cuatro hojas. Inmediatamente la sensación de pensamientos positivos inunda el
cerebro, visualizando un panorama contrario al caso anterior.
Lo
cierto de todo esto, es la influencia tan poderosa que puede asociarse a este
tipo de creencias, que fuera de todo análisis científico, carece de fundamentos
lógicos para considerárseles como algo que pueda regir y dictaminar la vida de
los humanos.
Las
personas, en su afán de creer en la suerte, buena o mala, han hecho de este
tipo de cosas un artificio, para llevar a cabo parte de su forma de analizar el
presente y el futuro de las acciones posibles, propias y de los demás.
Pasar
por debajo de una escalera es un indicio de mala suerte, dicen unos. Pero, lo
cierto es que pasar por debajo pudiera ocasionar que un accidente se presentara,
debido a que, al estar una escalera en el camino de un individuo, será porque
hay alguien encima de ella, y por consecuencia, alguna herramienta de su
trabajo pudiera caer, causando una desgracia.
Otros
comentan, que romper un espejo equivale a tener siete años de mala suerte.
¿Cómo asociar esto a una racha de resultados negativos? Tal vez sea más fácil
achacar a un caso como éste, para “comprobar”
que la mala suerte nos persigue y que durará por un período prolongado de
tiempo, a tal grado de creer que se está cumpliendo el “augurio”.
Las
cosas buenas y malas sucederán todo el tiempo. Son sucesos en los cuales,
nuestra preparación, habilidad y carácter para hacerles frente, son los que
harán lo bueno o lo malo, dependiendo del objetivo que pretendemos alcanzar.
La
suerte para muchos no existe. La negatividad o positividad de esto, depende de
las circunstancias que la vida misma “acomoda”
para cada uno. Estar en el momento preciso siempre será un motivo de alegría o
desventura, según el caso, para poder aplicar el calificativo a nuestro
destino.
Todo
esto podemos resumirlo, en que mientras las cosas las tomemos de la mejor
manera, aceptando el resultado obtenido y sin dañar a los demás, siempre será
mucho más fácil poder seguir adelante.
“El
conocimiento habla
y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).