VIRUS: LA
BATALLA MICROBIOLÓGICA
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entro del mundo microscópico, es
posible encontrar a tres importantes entidades biológicas, en cuanto a
cuestiones de infección se refiere: parásitos eucariotas, bacterias y virus. No
tardaría mucho para que fueran descubiertos los dos primeros, gracias a su
tamaño que permitió a los investigadores detectarlos más fácilmente.
A
finales del siglo XIX, Charles Chamberlain desarrolló filtros de porcelana capaces
de retener bacterias al momento de trabajar en laboratorio. Esta innovación
permitió que el desarrollo de las investigaciones fuera mucho más efectivo. Por
aquellos años, una enfermedad de gran interés científico era una que aquejaba a
las plantas, produciéndoles ennegrecimiento y manchas en las hojas. Se creía
que esto tenía que ser obra de alguna bacteria.
El
microbiólogo holandés Martinus Beijerinck, empleó los filtros de Chamberlain cuando
investigaba esta anomalía vegetal, llevándose la sorpresa de que el patógeno
había traspasado el filtro, lo que implicaba que debía ser mucho más pequeño
que una bacteria. Beijerinck llegó a pensar que la misteriosa entidad era
líquida, por lo que decidió llamarle: “contagium vivum fluidum”, que
quiere decir: “germen soluble de vida”. Poco después, el investigador
acuñaría el término en latín “virus” para identificarlo, cuyo significado
es “veneno”. Esto convirtió a Beijerinck en uno de los fundadores
de la Virología, la rama de la Biología especializada en el
estudio de estas entidades infecciosas.
Los
virus son reconocidos por ser los agentes patógenos más pequeños y abundantes
que existen dentro de casi todos los ecosistemas de la Tierra. Además de que prevalece
el debate, sobre si realmente se trata de organismos o de partículas no vivas,
o incluso, en los límites de ambas. Y es que, a diferencia de los seres vivos,
los virus no tienen células, las cuales son consideradas las unidades de la
vida.
Es
por ello, que, al carecer de una estructura biológica convencional, se han
visto orillados a depender de la maquinaria biológica ajena; siendo forzados a
actuar como parásitos, sobreviviendo y replicándose a expensas de las demás
formas de vida. A tal grado, de que algunos infectan a otros virus. Estos son
los virófagos: “comedores de virus”.
Otra
particularidad que los hace diferentes del resto de los seres vivos —y que
apoya a quienes afirman que no tienen vida—, es la morfología que presentan la
mayoría de los, hasta hoy, descubiertos. A diferencia de las formas irregulares
e inexactas —que caracteriza a los seres vivos—, los viriones (como son
llamadas cada una de las partículas víricas) son iguales entre sí, pues presentan
formas geométricas uniformes, así como un mismo volumen. Su estructura, en
otras palabras, es perfecta.
Otro
punto para destacar es que, desde una visión general, los seres vivos utilizan
la división celular como medio para reproducirse, mientras que los virus lo hacen
por autoensamblaje (se van armando a sí mismos, una vez que han penetrado en la
célula infectada, ‘clonándose’ a sí mismos).
Como
se sabe, los virus son —ante todo—, material genético. Encontramos los que
contienen ADN (ácido desoxirribonucleico) y aquellos que
contienen ARN (ácido ribonucleico). Es en esto, en donde podemos
explicar la clave de su naturaleza infecciosa, al igual que el origen de cada
una de las instrucciones que el virus llevará a cabo: tanto para alterar el
proceso biológico de la célula a atacar, como para replicarse (multiplicarse) a
sí mismo, una vez ingresado al huésped (la víctima).
En
resumen, al igual que como ocurre en nuestra sociedad, aquí también se trata de
una lucha de poderes. La célula tiene su propia ley y ordenamiento, lo que nosotros
traducimos como “salud”. El virus, al invadirla, provoca un ‘golpe de
Estado’, imponiendo su ley a la maquinaria biológica celular; buscando —al
igual que como todos en el planeta—, sobrevivir. Ciertamente, esto ha dado
lugar a mutaciones o alteraciones genéticas importantes, que a lo largo de la
vida ha sido sinónimo de muerte, pero también de evolución.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).