EL CLIMA: EL
SOL Y EL PLANETA
U
|
no de los temas más controvertidos y
polémicos que se ha presentado en las últimas décadas, es el concerniente al
denominado: calentamiento global; llegando a ser un problema de
debate entre las naciones poderosas, organizaciones ambientalistas y
científicos independientes.
Para
tratar de comprender algo de esto, habría que profundizar en la temática y ver
el lado que corresponda a cada una de las posturas, por la cual los distintos
grupos defienden su idea. Aquí, explicaremos una de esas dos partes, la cual es
la menos conocida, pero que deja un amplio panorama de análisis y conjeturas
personales.
La
Pequeña Edad de Hielo (Little Ice Age) se remonta al siglo XIV.
En aquel tiempo —como explica el profesor de la Universidad de Londres, Philip
Stott—, el río Támesis, en Inglaterra, se congelaba durante los inviernos más
agresivos; a tal grado, que la gente organizaba ferias de hielo durante estas
temporadas y, muchas de ellas, aprovechaban para comerciar con sus productos.
El
Período Cálido Medieval (Medieval Warm Period) fue una época un
tanto más caliente que la que actualmente vivimos. Era la época del apogeo del
arte gótico por la construcción de imponentes catedrales y un tiempo, en el
cual —pese a registrar temperaturas un tanto más elevadas—, la gente lo veía
como sinónimo de prosperidad económica.
Durante
la Edad de Piedra, tuvo lugar una época muy larga con una duración aproximada
de casi 3 milenios, misma que los investigadores han denominado: Holoceno Máximo
(Holocene Maximum). Al respecto, el geólogo y profesor Ian Clark de la
Universidad de Otawa expone que, pese a presentarse un clima mucho más caliente
que el actual, los osos polares sobrevivieron, de tal manera que hoy en día
continúan con nosotros.
A
comienzos del siglo XX —y hasta antes de la Segunda Guerra Mundial—, la
temperatura de la Tierra comenzó a elevarse significativamente; tiempos en los
que la actividad industrial era prácticamente insignificante. Más tarde, en la
década de los 40’s —poco antes de terminada la Guerra (1945)—, el planeta comenzó
a volverse más fresco durante el Boom Económico, que es como se
le conoce a la época de la postguerra en la que la producción industrial en
masa tuvo lugar, emitiéndose grandes cantidades de Bióxido de Carbono (CO2). Lo
anterior, conforme lo expresan el profesor Syun-Ichi Akasofu del Centro
Internacional de Investigaciones Árticas (IARC) y el profesor Tim Ball de la
Universidad de Winnipeg.
Por
lo anterior, Ian Clark manifiesta que: es el calentamiento del planeta la
causa de que el CO2 se emita y abunde, y no a la inversa. Es por ello, que
ha llegado a ser debatible y cuestionado, que el calentamiento global actual sea
consecuencia de la presencia de CO2; puesto que las investigaciones científicas
han arrojado que, este gas, es tan sólo un producto más del calentamiento de la
Tierra, y que, como fue mencionado, este fenómeno de elevación de temperatura
ha tenido lugar de forma natural, muchas veces en la historia, sin intervención
de la mano humana.
Para
entender esto, debe recordarse que el CO2 es un gas natural producido por todos
los seres vivos. Hablando de aportaciones hacia la atmósfera, las principales fuentes
de emisión de CO2 son los vegetales muertos, los animales, las bacterias, los
volcanes y los océanos, que, en conjunto rebasan las producidas por el hombre y
la industria a nivel mundial. De allí, que personajes como el profesor John
Christy, el editor Nigel Calder y el profesor Carl Wunsch, entre muchos más, rebatan
las teorías aceptadas como válidas que escuchamos diariamente.
El
doctor Piers Corbyn, estableció un criterio para determinar qué es lo que
ocasiona, entonces, los cambios de temperatura en el planeta, por medio de
estudios basados en la actividad del sol; más específicamente, por la presencia
de las manchas solares, las cuales son campos magnéticos que aparecen
durante su mayor actividad.
El
Instituto Danés de Meteorología, en 1991, puso en marcha una investigación
comparativa de los registros de las manchas solares del siglo XX con los
registros de temperatura, encontrando una correlación directa entre lo
que ocurría en el sol y los cambios de temperatura en la Tierra.
Para
reforzar esta teoría, se hicieron comparativas de los registros —de 400 años
atrás— de la actividad solar y de la temperatura del planeta, corroborando que
el patrón de comportamiento persistía. La actividad solar determinaba la
temperatura presente en la Tierra, y no el CO2.
Otro
dato interesante, es el que vincula a la formación de las nubes. La presencia y
ausencia de éstas, depende de la intensidad de la actividad del sol, el cual
genera viento solar. Las nubes se forman por el contacto de los rayos cósmicos —provenientes
del espacio— con el vapor de agua ascendente. Los científicos se percataron de
que, en los períodos en los que el sol se encuentra más activo, se genera mayor
viento solar, el cual impide que los rayos cósmicos lleguen fácilmente a la
Tierra, disminuyendo, en consecuencia, la formación de nubes.
Se
concluyó que el clima está controlado por las nubes; las nubes, a su vez, están
controladas por los rayos cósmicos, y los rayos cósmicos por el sol. En pocas
palabras, todo depende del sol.
“El
conocimiento habla
Y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).