jueves, 9 de abril de 2020

EL RENACIMIENTO: "El mundo de las grandes obras y de sus artistas, ha representado más a un Renacimiento siniestro que a un Renacimiento feliz, rodeado de dureza y crueldad, envuelto en el enigma borroso de sus autores, alejado de la claridad y de la concordia".


Cuadro III de la "Historia de Nastagio degli Onesti", Sandro Botticelli.

EL RENACIMIENTO: UNA ÉPOCA ENTRE EL ARTE Y LA DECADENCIA

L
a historia ha estado marcada y dividida por diferentes etapas, épocas y períodos, en donde por una u otra razón, han surgido corrientes en muchos aspectos, principalmente en los diferentes géneros del arte, que han quedado ahí, dando testimonio de la grandeza de obras y artistas que han quedado inmortalizados.

Un ejemplo de lo que se menciona es el Renacimiento, el cual tuvo su origen en la Italia del siglo XV y que no reflejaba el renacer, en general, de una sociedad golpeada y llena de problemas económicos, ideológicos y religiosos que imperaban en la época. Esto se manifestó únicamente en el ámbito cultural, tomando una fuerza importante, estableciendo una influencia paulatina a modo que el tiempo avanzaba.

Hablar del Renacimiento es hablar exclusivamente del ámbito de la cultura. El pensamiento de la realidad y la vida, actuaron directamente en las artes, ciencias, letras y costumbres; lo que en ese período era totalmente ajeno a la economía y política, áreas que fueron relegadas por este movimiento cultural, no encontrando algo favorable para su causa.

En la Italia renacentista, la escultura, la arquitectura y la pintura lograron un realce impresionante, alcanzando un esplendor, por la cual, quedaría marcada en la historia universal; impulsando a la literatura, la que gozó del prestigio de calidad, al igual que los procesos educativos. Lamentablemente, esto se vería opacado por el atasco del desarrollo industrial, la mala economía del pueblo, la pérdida de libertad comunal y el envicio más notorio de la Iglesia.

Quizá el término “Renacimiento” haya quedado demasiado grande para lo que representó para Italia en el siglo XV. El despertar a una vida nueva no se visualizó en una sociedad ávida de progreso en otros rubros, caso contrario en el terreno de las artes, donde halló la cúspide, consiguiendo el reconocimiento tal, que no existió algo semejante a lo que significó en el terreno cultural. Sin duda algo muy bueno, pero muy dispar a los otros requerimientos de la sociedad.

El mundo de las grandes obras y de sus artistas, ha representado más a un Renacimiento siniestro que a un Renacimiento feliz, rodeado de dureza y crueldad, envuelto en el enigma borroso de sus autores, alejado de la claridad y de la concordia.

Así como Leonardo Da Vinci empecinado con sus visiones del caos del universo en decadencia, transportaba su sentir a lo que quedó plasmado en sus representaciones y dibujos; Leon Battista Alberti, célebre arquitecto, humanista, lingüista y poeta, hablaba en su obra literaria “Theogenius” al referirse que: “únicamente la rectitud y las virtudes son el verdadero fundamento de la sociedad”, dedicado a Lionello d'Este; haciendo referencia a la ciega fortuna que ataca y devasta la integridad del hombre y su familia.

Otro es Maquiavelo, considerado el teórico de una humanidad negativa, la cual se empeñaba en una lucha y plantarse a soluciones crueles. Dos ejemplos más son Girolamo Savonarola y Miguel Ángel, religioso dominico y artista, respectivamente; quienes en diferentes campos representaron una forma distinta de la vida trágica y de la historia italiana, llena de guerras y conjuras, con príncipes asesinos o asesinados, con figuras sombrías de papas que no cumplían las exigencias. Todo esto ante la grandeza del Renacimiento, mientras que los principales Estados perdían su poder, las riquezas mermaban y el comercio se caía a pedazos.

Así como el talento de Miguel Angel y el realismo de Maquiavelo, la gala de Rafael y la exquisitez de Baldasarre Castiglione; constituyen una expresión marcada de una sociedad que buscaba resguardarse en las pinturas de Sandro Botticelli o, en los poemas de Angelo Poliziano, encontrar distanciamiento en la sarcástica soledad de la poesía épica, en un mundo sin fe en un sombrío destino.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).