LA VILARDELLA:
LA ESPADA QUE ACABÓ CON EL DRAGÓN
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e cuenta que hace muchos años, en San
Celoni —en la región española de Cataluña—, existía un ser monstruoso que tenía
aterrado a toda la población. Muchos jóvenes caballeros se habían dispuesto a
intentar acabar con él, reuniéndose en grandes brigadas para darle muerte; pero
por desgracia, el monstruo terminaba arrasando con ellos.
Se
creía, que la criatura había emergido de las profundidades de la tierra,
gracias a la maldad del ser humano que había logrado impregnar a todo el orbe.
Este ser de grandes dimensiones presentaba un aspecto negruzco, y su forma era
la de un dragón con enormes alas y con una alargada cola. De acuerdo con
Jerónimo Pujadas, en el tomo VIII de la “Crónica Universal del Principado
de Cataluña”, se decía que esta criatura asediaba al territorio de Vilardell
y al Obispado de Barcelona.
El
relato narra que, cierto día, un mendigo se acercó a pedir limosna a las puertas
del castillo, propiedad de Soler de Vilardell. El caballero, como era piadoso,
no lo dudó ni un instante y se dispuso a traerle inmediatamente algo para
ofrecerle. Grande fue su sorpresa, al percatarse a su regreso, que aquel mendigo
había desaparecido y que, en su lugar, se encontraba un misterioso artefacto.
Se trataba de una espada.
Otras
versiones, señalan que Soler de Vilardell fue a rezar a la ermita de
Montseny —a 1145 metros de altitud—, y allí tuvo el encuentro con un ser
misterioso (que era en realidad San Martín), que se presentó bajo la forma de
un mendigo; quien luego de pedirle limosna y que no le fuera negada por éste, desapareció
entregándole la misteriosa espada. No sin antes haberle dejado indicado, que la
espada debía ser utilizada para matar al dragón recitando la frase correcta: “Espada
virtuosa, brazo de caballero, tú que has cortado la roca, el árbol y al dragón también”.
Soler
de Vilardell decidió probarla, y se dio cuenta que, evidentemente, aquella no
era una espada convencional, pues contaba con una poderosa fuerza. El noble se
decidió a emprender el viaje para acabar con el dragón, ya que se cuenta, que
la criatura se desplazaba continuamente por la zona.
Cuando
finalmente el caballero tuvo de frente al monstruo, se apresuró a atacarlo con
la espada y se la clavó en el pecho. Sin embargo, Vilardell no pronunció adecuadamente
la frase que le había sido revelada, intercambiando el orden de las palabras "espada" y "brazo"; para muchos, en un acto de orgullo, al anteponer su brazo antes que a la espada. Por lo que, al tiempo de sacar el arma y mancharse con la sangre del moribundo dragón, murió por el veneno que
ésta contenía.
La
historia no quedaría ahí, pues se narra que los condes de Barcelona se
apresuraron a hacerse con la famosa espada, la cual pasó a la armería real y
con la que fueron ganadas muchas batallas. El célebre artefacto sería conocido
en la historia como: “La Vilardella” o como “La Espada de
San Martín”. Algunos suponen que ésta se encuentra exhibida actualmente
en el Museo de las Armas de París.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).