REPTILIANOS: HUMANOIDES
ENTRE NOSOTROS
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entro de la mitología hinduista se
encuentran relatos sobre los nagas, quienes eran considerados semidioses
con forma de serpiente. En la actualidad, en el norte de la India, se localizan
algunas comunidades, las cuales afirman que son descendientes de estas
entidades, llamándose a sí mismos como “naga vanshi”, que quiere
decir: descendientes de los nagas.
La
universalidad de las serpientes ha sido objeto de un carácter sagrado y divino,
lo que se ha hecho presente en múltiples civilizaciones antiguas como la
egipcia, mesopotámica, hinduista, japonesa, china, mesoamericana, sudamericana,
judaica, entre otras. Gracias a esto, se ha vinculado a los seres reptilianos
como forjadores de la humanidad, dotándola de conocimiento para su progreso.
Tanto
es así, que los chinos creían que sus deidades fundadoras compartían rasgos reptiles
y humanos. Caso similar lo encontramos en la cultura tolteca y maya con Quetzalcóatl
(o Kukulkán), donde el dios civilizador poseía atributos serpentinos.
En
el Antiguo Egipto tenían al dios sobek, entidad que encarnaba a un
hombre con cabeza de cocodrilo, a quien se le debía la creación del mundo,
quien emergió de las aguas primigenias para crear a la raza humana.
Durante
investigaciones y excavaciones llevadas a cabo en 1923, bajo el mando del
arqueólogo británico Sir Leonard Woolley en la antigua ciudad sumeria de Ur, se
descubrieron extraños objetos de arcilla que databan del año 4 mil a. C. Entre
estos artefactos se encontraron figuras humanoides con aspecto de reptil,
posibles representaciones de dioses sumerios.
Entre
los sitios que han dado lugar a la creencia de la presencia de estos seres
entre nosotros, destacan el Parque Nacional Phong Nha Ke Bang en Vietnam
y la parte alta de los Andes peruanos, en Cusco. En el Parque vietnamita se localiza
un sistema de cuevas impresionante llamado Hang Son Doong, de una
longitud de 5 kilómetros y una sección de 200 metros de altura con 170 metros
de ancho; la cual, se dice que cuenta con una antigüedad cercana a los 3
millones de años, teniendo su propio ecosistema selvático con suministro de
agua.
El
descubrimiento de estas cuevas se dio de forma accidental, cuando un leñador —al
estar realizando su actividad—, dio con la imponente estructura rocosa. Pero,
no sólo eso. En su relato, el hombre afirma haber tenido un encuentro
impactante con un ser, al que describió como un ‘dragón humanoide’.
El sitio fue posteriormente abierto al público en el año 2013, siendo común la
continuación de avistamientos y relatos de este tipo sobre criaturas
reptiloides en el área, por los visitantes.
El
otro sitio mencionado anteriormente, Cusco, en Perú, ha sido también objeto de
extraños acontecimientos que se relacionan con la presencia de estos seres.
Según los incas, en sus historias, así como culturas más antiguas a ellos,
afirmaban que las grandes estructuras de piedra que existen en el lugar fueron
obra de una raza con estas características reptilianas.
Según
testimonios de personas que entraron en contacto con estas entidades, los
describen con rasgos humanoides con piel semejante a la de los lagartos, o escamosa
como las serpientes. La altura puede ser variable, llegando a superar los 2
metros de alto en algunos ejemplares.
¿Mito
o realidad? Lo cierto es que cada vez este tema es abordado por mucha más gente.
“El
conocimiento habla
y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix,
1942-1970).