"Autorretrato", James Ensor (1888). Museo de Arte, Ostende, Bélgica.
LA OBRA DE ENSOR: PRECURSORA DEL SURREALISMO
U |
no de los personajes más representativos del arte del siglo XIX fue el pintor belga: James Ensor. El período histórico, en el cual se vio inmerso, influyó en la dirección de sus obras; a tal grado, que, a través de ellas, es posible comprender la situación preponderante en el Viejo Mundo de aquellos años.
Bélgica atravesaba momentos clave para la renovación de su arte, tratando de establecer una identidad nacional, de la que Ensor fue partícipe, al lado de otros jóvenes artistas. Hay que recordar que Bélgica cuenta con un pasado histórico flamenco, mismo que, en aquellos tiempos, inundaba al país.
James Ensor, no obstante, encontraría inspiración en autores tales como: Pieter Brueghel, Jheronimus van Aken “el Bosco”, Peter Paul Rubens, Jacob Jordaens, Rembrandt Harmenszoon van Rijn, Francisco de Goya y Jacques Callot; tomando, de cada uno de ellos, un aspecto o concepto representativo de su estilo. Por ejemplo: lo primitivo y burlesco de Brueghhel y el Bosco, el colorido de Rubens y Jordaens, la luz de Rembrandt, así como la estética de Goya y Callot.
Sin embargo, algo por lo cual se destacó, fue por el hecho de imprimir en su arte su personalidad, de modo que poseyera ese toque de originalidad, que bien lo hacen identificarlo y diferenciarlo de otros conceptos y estilos, bien de la época medieval o de los imperantes del siglo XIX.
Sería en el año de 1880, cuando el carácter naturalista del artista se sujetaría a cambios, inclinándose hacia lo primitivo, lo ilógico y al desprecio por la vida. Lo grotesco se torna como sello de su obra, pretendiendo representar la psicosis de la época a través de figuras de máscaras y esqueletos, bajo una mezcla de colores, logrando así una fantasía fantasmagórica.
El expresionismo psicológico era interpretado por la simbología relacionada a lo mítico y a lo polifacético de su estilo. La visión de Ensor estaba inspirada en la cultura local y en el Romanticismo.
No fue hasta las proximidades del cambio de siglo, que el reconocimiento de la gente finalmente llegó. Ya en el año de 1929, Ensor recibió el título de Barón, mismo que no influyó en su trayectoria artística. Dentro de su obra, no fue indiferente el Realismo franco, inspirado en la Danza Macabra y en el Renacimiento, que sería hallado como alucinante y atrayente para los surrealistas.
James Ensor está considerado el precursor de los expresionistas centroeuropeos y de los surrealistas del siglo XX, bajo la visión del hombre primitivo. El lenguaje proyectado se mantuvo intacto durante toda su vida, lo que dificultó el poder catalogar su obra por etapas. Aun así, se logró denominar la “etapa naturalista” (o “sombría”), finalizada en 1882, y la “etapa clara”, que alcanza hasta 1893.
En su obra, se puede apreciar la capacidad de observación y el conocimiento de la luz. Ensor manifestaba su sentimiento de crítica política y social, añadiendo elementos macabros, formando un mundo de colores a través de las máscaras de burlas y alegorías, cayendo totalmente en lo extravagante.