domingo, 3 de mayo de 2020

TEOTIHUACÁN: "Se tiene indicios de que los primeros habitantes se dedicaban a la agricultura, viéndose beneficiados por las bondades del lago de Texcoco que, en esos tiempos, llegaba hasta los límites del valle de Teotihuacán, aprovechando los recursos alimenticios que les brindaba".



TEOTIHUACÁN: EL INICIO DE UNA CULTURA

E
l valle de Teotihuacán tiene una extensión aproximada de 600 km2 y está situado al noreste del gran valle de México, localizándose entre éste y el valle de Puebla, proporcionando a sus antiguos pobladores una posición geopolítica favorable. El cauce del río San Juan lo recorría, desembocando en el lago de Texcoco.

Bajo estas condiciones naturales y a una altura superior a los 2240 metros sobre el nivel del mar, se dieron las circunstancias propicias para dar surgimiento a una de las culturas más sobresalientes de la historia de México, en el siglo II a. C: la civilización teotihuacana.

A pesar de que esta cultura fue de gran influencia más allá de sus límites, su historia se cimenta en torno a la ciudad capital: Teotihuacán. En el siglo pasado, los investigadores se percataron de un dato revelador: 600 años antes de nuestra era, grupos humanos ya se habían instalado en la zona, cambiando la percepción que hasta entonces se tenía, en cuanto a que dicha cultura inició su florecimiento en la época conocida como Tetihuacán I, un período de tiempo posterior.

Esta época significativa, previa a Teotihuacán I, fue dividida en dos etapas, denominadas: Cuanalan y Patlachique. Se tiene indicios de que los primeros habitantes se dedicaban a la agricultura, viéndose beneficiados por las bondades del lago de Texcoco que, en esos tiempos, llegaba hasta los límites del valle de Teotihuacán, aprovechando los recursos alimenticios que les brindaba.

Años más tarde, los pobladores se volvieron hábiles en la fabricación de artefactos de obsidiana, gracias a las cercanías con las minas; que, de acuerdo con los historiadores, muy probablemente esto propició la prosperidad económica y en general, de la todavía inexistente civilización teotihuacana.

Estos habitantes no eran los únicos, ya que en el valle de México se desarrolló otra aldea: Cuicuilco —vocablo náhuatl que significa “lugar de cantos y danzas”—, enfocada en la construcción de templos ceremoniales, destacándose como la zona más importante en este ámbito. Sin embargo, poco se sabe de este asentamiento, pues desapareció por completo a causa de la lava producida por las erupciones del volcán Xitle.

Se ha sugerido que, la influencia para la formación de la cultura teotihuacana, se llevó a cabo por una combinación de ideas de etnias distintas, quizá tomando conocimientos de asentamientos de los Estados de Veracruz y Oaxaca; descartando, casi por completo, alguna influencia procedente de Cuicuilco.

El comienzo de Teotihuacán, como tal, se produce en la fase del Patlachique, época en la que las aldeas se unificaron. Posteriormente, se levantarían los primeros edificios públicos, al igual que templos; siendo estos últimos diferentes a los que, años más tarde, se construirían. Es de resaltar que, la famosa “Calle de los Muertos”, comenzó a ser sagrada durante este período.

Los historiadores consideran probable que, gracias al control de la técnica para fabricar cuchillos y puntas por percusión —empleando obsidiana—, Teotihuacán, con los años, se instituyera como un camino importante a nivel comercial.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).