"Adán y Eva en el Paraíso Terrenal", Johann Wenzel Peter. Pinacoteca Vaticana.
ADÁN Y EVA: EL MISTERIO DE LA SERPIENTE ANTIGUA
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entro de los grandes misterios de nuestro mundo, se encuentra el hecho innegable de que los animales fueron objeto de simbolismo en la antigüedad. La idea generalizada y, oficialmente aceptada, es que el hombre optó por representar las desconocidas fuerzas de la naturaleza asociándolas con una imagen familiar.
No obstante, la criatura siempre recurrente en la mayoría de las culturas —si no es que en todas—, es la serpiente. Esto ha dado lugar a planteamientos alternos que suponen la intervención de seres reptiles humanoides en nuestra historia, o bien, de criaturas de aspecto semejante que forjaron las bases de la civilización. De esto, existe una amplia y fascinante literatura.
El relato bíblico de Adán y Eva es, quizá, uno de los más controversiales de todos los tiempos, principalmente por lo que al misterioso y astuto ofidio se refiere. Hablando acerca del Judaísmo, el 01 de agosto de 2018, el rabino Aharon David Shlezinger —en lo concerniente al tema de la “Serpiente Antigua”—, expresó:
“Estamos hablando de un animal que no era lo que conocemos ahora (...). Era algo totalmente diferente: que podía hablar, una lengua que le permitía hablar y un cuerpo que le permitía estar frente a frente con Eva y poder convencerla. El aspecto era similar al de un ser humano”.
La idea aceptada por otras doctrinas consiste en ver en este animal, una alegoría del adversario eterno de Dios: el espíritu maligno que osó tentar a los primeros hombres para implantar el caos, el sufrimiento y la desobediencia en la Tierra. Este planteamiento ha sido rebatido muchas veces, debido a que en ningún momento el autor del texto hace mención del nombre “Satanás”. Por otro lado, estudiosos argumentan que el relato bíblico es anterior a la tradición hebrea. La Biblia Latinoamericana —(ISBN 84-7151-456-7; año 1992) de traducción católica—, con respecto al Génesis, expresa lo siguiente:
“Desde ya quince o veinte siglos las grandes naciones vecinas de Egipto y Babilonia tenían su literatura: leyendas, poemas religiosos y proverbios. Los sabios israelitas no empezaban de cero, sino que aprovecharon estas literaturas antiguas”. (Página 43).
“El autor de estas páginas sacó de estos cuentos antiguos algunas de las figuras del relato, la serpiente, por ejemplo”. (Página 47).
A propósito de lo anterior, durante el siglo XIX surgió en el escenario histórico el Pambabilonismo, que es definido como la escuela de pensamiento, cuyo argumento sugiere, que varios de los pasajes bíblicos judeocristianos —relativos al Antiguo Testamento—, son fruto de inspiración de la mitología mesopotámica.
La historia de la serpiente del Jardín del Edén, también fue objeto de interpretación en la antigüedad por la Gnosis. Esta versión desafía lo que la mayoría de las personas dan actualmente como un hecho, tornándose polémico y controversial ante la idea hoy generalizada.
Los gnósticos afirmaban que la serpiente, fue en realidad la que salvó al ser humano de la esclavitud cuando Adán y Eva comieron del fruto del “Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”, prohibido por Dios bajo pena de morir si lo hacían. Haciendo análisis del pasaje bíblico, argumentaban que la serpiente nunca mintió cuando afirmó: “De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comieren de él, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”, ya que efectivamente, el hombre no pereció tras comer y, acto seguido, terminó corroborándose lo que la serpiente había prometido a los hombres, al manifestar Dios:
“¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora pues, cuidado, no alargue su mano y tome del Árbol de la Vida y, comiendo de él, viva para siempre”.
De acuerdo con los gnósticos, la serpiente fue la que otorgó la consciencia a la raza humana respecto al mundo y sobre sí mismo, siendo capaz —a partir de entonces— de discernir lo bueno, lo bello y lo justo; a la vez de contar con la libertad de elección, siendo responsable de sus propios actos. Para que esto encajase en su concepción, afirmaron que fue Cristo quien liberó a Adán y Eva aquel día en el Edén, objetando que nunca hizo mención del nombre de su Padre en el Nuevo Testamento, sugiriendo que el Dios del Antiguo Testamento no era el mismo.
Como dato curioso, en el capítulo 11 del Evangelio Apócrifo de Juan, que tendría lugar después de la ascensión de Jesucristo a los cielos, éste le pregunta: “Señor, ¿no fue la serpiente la que ordenó a Adán que comiese?”, a lo que Cristo respondió: “Yo fui el que, empero, les hizo comer”.