martes, 28 de enero de 2020

MOLANGO: "A una distancia de ciento treinta y siete kilómetros de Pachuca y a ochenta y seis kilómetros de Huejutla, es la que te separa de conocer este lugar, que pareciera haberse quedado atrapado en el tiempo, cobijado por la exuberante serranía que la rodea y con la neblina espesa que puede llegar a presentarse".


MOLANGO: EL LUGAR DEL DIOS MOLA

L
a Sierra de Hidalgo no deja de sorprender a quien la recorra. Más allá, que sea la denominada “Sierra Alta” o la “Sierra Baja”, siempre habrá algo que nos haga pensar en lo afortunados de contar en México, con el tipo de riquezas naturales, culturales y demás cosas asombrosas que se pueden contar en este Estado del centro del país.

Si lo que deseas, es conocer y disfrutar del turismo cultural, Hidalgo tiene mucho qué ofrecer a sus visitantes. En el trayecto de la capital del Estado: Pachuca, recorriendo la carretera federal número ciento cinco, en dirección a Huejutla de Reyes; un punto obligado es pasar por la localidad de Molango.

A una distancia de ciento treinta y siete kilómetros de Pachuca y a ochenta y seis kilómetros de Huejutla, es la que te separa de conocer este lugar, que pareciera haberse quedado atrapado en el tiempo, cobijado por la exuberante serranía que la rodea y con la neblina espesa que puede llegar a presentarse.

Si lo que buscas es paz y tranquilidad, la Sierra Alta te las puede proporcionar y Molango es el lugar que andas buscando. Si tu estilo de vida es de mucha actividad y recreación al máximo, te recomiendo que mejor sigas de largo; ya que Molango es un sitio para disfrutar y apreciar de la naturaleza silvestre que predomina y que puede representar momentos de conexión, relajación y unificación con el entorno.

Al nombre de “Molango”, le han atribuido dos orígenes: el primero, considerado como el “sitio del dios Mola”, deidad prehispánica que era venerada por los antiguos habitantes de la región, y que desafortunadamente no se puede encontrar mucha información al respecto; y la segunda, que significa: “lugar del mole”, quizá por el escudo que identifica a la localidad molanguense.

Cualquiera que sea la correcta de la toponimia de Molango, se puede dar por aceptada, ya que los propios habitantes, llegan a reconocerlas como auténticas y pues, ellos saben más que yo, al respecto. Aunque, el Templo de Nuestra Señora de Loreto, se construyó sobre las ruinas del templo prehispánico al dios mola, por lo que una servidora, consideraría más factible, la primera versión en vez de la segunda.

Estando ya, en Molango, lo que le siguiente a realizar, es disfrutar de su riqueza cultural, naturaleza, paisajes únicos y de su historia; que de eso, vaya que tiene para presumir y mostrar al mundo sus orígenes.

Uno de los lugares a visitar, sin excusa ni pretexto, es el Exconvento de Nuestra Señora de Loreto, Patrona de Molango; erigido por los Frailes Agustinos en el siglo XVI, encabezados por Fray Antonio de Roa, personaje insigne de la zona. Construida en su exterior a base de roca de cantera y piedra, y con un interior similar y con techo estructurado en madera.

Otro edificio antiguo, es el Teatro “El Nigromante”, llamado así, en honor a Juan Ignacio Ramírez Calzada, poeta, escritor y periodista mexicano. Consta de una torre, un reloj y un campanario y en él se realizaban un sinnúmero de eventos culturales.

Lo emblemático de Molango, es sin duda, la “Espadaña” del Exconvento de Nuestra Señora de Loreto; símbolo principal, ya que hace alusión al establecimiento de la Orden de los Agustinos; marcado no sólo en Molango, sino en gran parte del Estado de Hidalgo y representa una gran obra de arte, con la cual, los molanguenses se identifican.

Pero, la gran mayoría de visitantes, vienen para conocer una laguna que se destaca por su belleza, localizada a seis kilómetros de la cabecera municipal, en la localidad de Atezca. Lugar en donde se puede pasear en lancha, incluso pescar y a su alrededor, practicar el senderismo, acampar o montar a caballo, según la predilección de cada visitante.

Ya por último, el mirador es un sitio especial para apreciar la panorámica de la sierra y del poblado, combinando la naturaleza con la obra del hombre.

Y si de comer se trata, procura hacerlo bien con unas empanadas con queso “de aro” y chile o de arveja, mole casero, pemuches guisados y el típico zacahuil.

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).