ADICCIONES: EL MAL DE NUESTROS TIEMPOS
A
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lgo que se ha vuelto común en los
diferentes niveles de vida y clases sociales, son las adicciones. Posiblemente
sobre este tema se ha escrito mucho al respecto, por lo que trataremos de enfocarnos
sobre este asunto de una forma simple, sin usar muchos términos que resulten
complicados de asimilar; tomando en cuenta su seriedad.
Primeramente,
hay que definir el término. La “adicción”
se considera una enfermedad dentro de las catalogadas como crónicas, en donde
la dependencia a diferentes causas, provocan en el individuo una sensación de
satisfacción y alivio.
Esto
se refleja en la conducta del adicto, causando un desorden en su persona,
afectándole en su vida normal, al no ser capaz de poder abstenerse a lo que le
produce esa sensación de placer. Existen distintos ejemplos de adicciones, las
que se desarrollan a base del consumo de algún tipo de sustancia, las de
conducta y las que tienen que ver con el modo de pensar (afectivas y
emocionales).
Los
efectos de la adicción se reflejan en los aspectos biológico, social y
psicológico, presentándose de forma diferente en cada persona, por lo que hay
que considerar el entorno, estilo de vida y las emociones del enfermo.
Para
ser “dependiente” se necesita de
tiempo suficiente para saber el riesgo que se corre, al experimentar con los
distintos tipos de productos a los que se expone la población. En otras
palabras, de un día para otro no se puede obtener una adicción, sino que el
paso del tiempo y los resultados obtenidos, harán que el individuo recurra cada
vez más a seguir probando y experimentando, consiguiendo un “aprendizaje”.
Los
pasos para llegar a formar una adicción serían: el uso del producto (sustancia,
actitud, etc.), apreciación de los efectos (lo que incita a seguir cada vez
más) y el disfrute del resultado (repetirlo o desecharlo). Mientras los
resultados sean aceptados, el consumo pasará de ocasional a habitual.
Como
mencionamos en párrafos anteriores, el entorno tiene mucho que ver para
fomentar una adicción. Las circunstancias, sitios y otras personas influyen a
que se desarrolle este tipo de hábitos. Todo empieza como parte de conocer “cosas nuevas”, lo que lleva a la fase
de experimentación y al posterior uso habitual.
Cabe
destacar, que la personalidad de cada individuo es fundamental para tener una
adicción. Estando bajo los efectos, se pueden enfrentar situaciones que en
circunstancias normales no se realizarían, todo por estar bajo la influencia de
éstos.
Puede
decirse que todas las adicciones tienen un patrón común, ya que el efecto de
estimular, bien puede presentarse en el consumo de drogas, alcohol, comida o a
la televisión, por mencionar algo.
Las
adicciones de ingestión de sustancias se pueden dividir en legales e ilegales. Dentro
de las llamadas “aceptadas” están la
nicotina, la cafeína y el alcohol, además de medicamentos que a la larga,
ocasionan un mismo efecto. En el grupo de las “ilícitas”, se encuentran la marihuana, cocaína y varias más.
Otros
ejemplos de adicción de ingestión son por alimentación, tales como la anorexia,
bulimia y comer compulsivamente.
Las
adicciones por conducta caen en la obsesión hacia diferentes actividades,
cayendo en la exageración. Ejemplos: trabajo, limpieza, internet, teléfono,
juego, nuevas tecnologías, etc., llegando a provocar aislamiento en el
individuo.
Por
último, las adicciones afectivas y emocionales, quizá las más extrañas de
todas, ya que dependen de la influencia de otras personas para sentirse bien.
Cual
sea el caso, la exposición a algún tipo de adicción está más latente que nunca;
por ese motivo siempre será importante la comunicación dentro de la familia
para formar una barrera contra los excesos. Sabemos que los jóvenes en su afán
de conocer cosas nuevas, son los más susceptibles a desarrollar una adicción;
por lo que hay que estar ahí para ayudarles.
Los
síntomas que se pueden presentar van en relación a la progresión de la
enfermedad: se vuelve prioritario el tiempo de conducta adictiva; el uso se
vuelve descontrolado; daño personal en su entorno familiar y laboral; negación
y justificación hacia la conducta,
tomando sólo los momentos “buenos” y
desechando los malos, minimizando las consecuencias.
Lamentablemente
este tipo de adicciones son más comunes dentro de las personas que conocemos.
Siempre será factible ayudar a quien lo necesite, acudiendo con los
profesionales en la materia, para que busquen una solución y ayuda adecuada al
paciente para su rehabilitación.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).