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esopotamia fue conocida por los
griegos como una tierra: “entre ríos”, que es de hecho, lo que este
nombre significa, debido a la presencia de los ríos Tigris y Éufrates,
fundamentales para esta zona en aquellos años. Los historiadores han considerado que
este antiguo país fue la cuna de la humanidad; pero lo irónico de la cuestión, es
que apenas y existe vestigio de ello.
De
no ser por la ardua labor en estas tierras, que durante más de un siglo les ha
tomado a los arqueólogos la investigación, no tendríamos rastro de la presencia
humana. Asombrosamente, los resultados han arrojado que, ya desde sus inicios, los
habitantes de esta región contaban con los rasgos necesarios para ser considerados
una auténtica civilización.
Para los antiguos pobladores, los agresivos
períodos de sequía les resultaba un grave problema para la supervivencia. Fue
entonces que ingeniaron modos para sacar provecho de los desbordamientos. Los tells
—como son llamados los montículos de escombros o ruinas—, demuestran un
criterio de construcción peculiar, toda vez que, al realizar excavaciones, los
investigadores han debido cuidar las distintas capas para no dañarlas. Esto se
debe principalmente, a que, al momento de iniciar la construcción, no se
retiraban los remanentes ya existentes, sino que se trabajaba encima de estos.
Mesopotamia ha sido objeto de ímpetu
por ser estudiada, toda vez que cuenta con relevancia bíblica y con el protagonismo
de las tribus semitas. Es en ella donde habría sido colocado el Paraíso
Terrenal al principio de los tiempos, y de donde posteriormente procedería
Abraham. Sin embargo, los resultados de las investigaciones de los tells —analizando
las capas más antiguas de las que se ha tenido registro—, han arrojado que,
mucho antes de la presencia de los pueblos semitas (sirios, judíos, fenicios y
árabes) en estas regiones, alguien más llegó.
Los
sumerios, de Sumer —como solían llamar a su tierra— eran un pueblo de
conocimientos avanzados, que, según se cree, vendrían de la región histórica de
Turquestán. No poseían los mismos rasgos físicos que los semitas, y a
diferencia de estos últimos, los sumerios solían afeitarse la cabeza y la
barba. Es por ello, que cuando años después los semitas aparecieron, los
sumerios solían identificarlos como “los negros”, debido a que, a
diferencia de ellos, no estaba entre sus costumbres afeitarse la cabeza. Se
sabe que contaban con una organización social interesante, no sólo poseedora de
un culto, sino instituida bajo leyes y con un sistema de escritura.
Cada
una de las ciudades sumerias estaba amparada por una entidad guardiana, y a la cual,
algún rasgo animal podría ser empleado para representarla. Cuando en su momento
surge Babilonia en la Historia, “Marduk” se convertiría en la
divinidad más sobresaliente del panteón sumerio. Por su parte, Ur —la ciudad
natal del patriarca Abraham—, se encontraba resguardada por el dios “Sinai”
de donde provendría el nombre del Monte Sinaí. En la zona de Ereck se reconocía
a la diosa “Ishtar”, luego conocida como Afrodita y Venus por los
griegos y romanos, respectivamente.
La
Historia nunca dejará de ser un mar de secretos que siempre nos sorprenderá, y cuyo
estudio nos abre la comprensión día a día sobre nuestra humanidad.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).