miércoles, 26 de febrero de 2020

EL EJÉRCITO: "El pueblo mismo nutre y da vida a sus filas. La mayoría de las personas suelen tener la idea errónea de visualizarlo como un ente exclusivo del ataque y la ofensiva, propio de los tiempos de guerra. Olvidando el carácter defensivo y de mantenimiento del orden, inherente de los tiempos de paz".


EL EJÉRCITO: ENTRE LA GUERRA Y LA PAZ

S
e ha dicho, que el medio para imponer la voluntad es mediante la fuerza. Y no es desatinado. La Historia lo ha demostrado con un sinfín de relatos que nos hablan de cruentas batallas, surgidas del anhelo del líder por alcanzar que una idea sobreviva a los tiempos. Si el líder es virtuoso, la guerra no es algo que se desee. Lamentablemente, se torna necesaria al no encontrarse otro camino.

“Justa es la guerra cuando es necesaria, y benditas las armas cuando sólo en ellas hay esperanza” (Tito Livio; cita de Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”).

Desde luego, alcanzar acuerdos mediante el diálogo es lo ideal; pero si éste fracasa, siempre existe la alerta de conflagración. Asimismo, la ambición de poseer riquezas y bienes ajenos supone una amenaza siempre latente. Nacen la inquietud y la incertidumbre. La codicia ha sido el gran mal de la humanidad.

Los tiempos de paz no son una garantía, ni mucho menos algo establecido. Es siempre necesario estar preparados para hacer frente a una situación extrema. Al igual que en nuestra vida cotidiana disponemos de una reserva ante posibles imprevistos, así, desde que surgió “la propiedad” con el asentamiento de los primeros grupos humanos, y posteriormente la figura del Estado, se ha tornado fundamental contar con una defensa.

La Fuerzas Armadas son parte vital de una nación, toda vez que fungen con la consigna de salvaguardar la soberanía y la integridad territorial. De esto, se desprende que el auténtico poder del Estado resida en las Fuerzas Armadas, por la eficacia que éste supone.

El término “Ejército”, proviene del latín “Exercitus”, cuyo significado es “ejercitar”. Vocablo que debe entenderse en un sentido de dinamismo constante, que se asocia con el deseo de sus miembros por acatar la misión que se les ha sido confiada, de parte de alguien a quien le deben lealtad y respeto plenos.

El pueblo mismo —al ser uno de los tres elementos que conforman al Estado, al lado del territorio y un poder soberano—, es el que nutre y da vida a las filas del Ejército. Es por medio del Ejército, en donde el Estado obtiene el apoyo requerido para poder mantener la unidad y la permanencia de las instituciones, ganando respeto ante las demás naciones; remarcando en todo momento, su capacidad de defensa ante una posible agresión. A su vez, en el plano interno, la presencia del Ejército le brinda la confianza y la eficacia para el mantenimiento de su hegemonía, organización, orden y salvaguarda de sus ciudadanos.

Casi siempre, se asocia como causantes de las transformaciones o circunstancias sociales a los poderes civil y religioso, prescindiendo o relegando a este tercer elemento, cuyo rol en la Historia ha sido destacado desde los inicios de la civilización.

Es por ello, que tratar el estudio de las Fuerzas Armadas, será siempre una de las temáticas más interesantes, toda vez que se pretende comprender la estructura de los Estados. La mayoría de las personas suelen tener la idea errónea de visualizarlo como un ente exclusivo del ataque y la ofensiva, propio de los tiempos de guerra. Olvidando el carácter defensivo y de mantenimiento del orden, inherente de los tiempos de paz.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).