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EVANGELIZACIÓN:
EL CRISTIANISMO EN ALEMANIA
U
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no de los aspectos que mayor atención se
le debe conceder a la Historia, es el referente a los cambios y a la transformación
del pensamiento colectivo, que provee de una identidad a las naciones. La ideología de un pueblo se ve moldeada, a través del tiempo, como
consecuencia del factor político y religioso. Y es de agradecer; pues su
estudio, nos abre las puertas para la comprensión de nuestro presente.
El
Imperio Romano jugó un papel determinante en los inicios de nuestra era, al ser
protagonista para el asentamiento de las bases de la cultura occidental, y donde
mucho de esto, ha logrado permanecer hasta nuestros días.
Por
aquellos años, Alemania —al igual que Europa, en general—, sería objeto de importantes
cambios. El Cristianismo fue introducido a los pueblos germánicos debido a la
influencia de los romanos. Por un lado, por el contacto con gente ordinaria procedente
de aquellos lugares, y por otro, como producto de la evangelización llevada a
cabo por la Iglesia Católica. Pero este proceso sería lento, debido a la constante
presencia de los pueblos bárbaros, así como la inclinación —en un principio—
hacia el arrianismo, corriente ideológica considerada como herejía.
No
sería hasta el siglo VI, cuando aparecería en escena, quien tiempo después, pasaría
a ser conocido como “el apóstol de Alemania”. San Bonifacio, benedictino
de origen inglés, es recordado por su temprano ingreso al monasterio y poseedor
de notables aptitudes intelectuales. No obstante, pese a considerarse que
llevaría una vida tranquila como estudioso, decidió dedicar sus esfuerzos a los
proyectos evangelizadores, hasta el día de su muerte. Su participación jugó un
papel determinante para la administración y organización del Clero en estas
tierras, así como en la conversión de gran número de naturales; volviendo,
desde entonces a Alemania, un país estable, cristianamente hablando.
A
Bonifacio se le atribuye la introducción del Árbol de Navidad. Según se narra,
taló el “Roble del Trueno” consagrado a la cosmovisión pagana, para
demostrarle al pueblo que dicho árbol no era sagrado. Posteriormente, instituyó
al abeto como el árbol indicado para rememorar el nacimiento de Jesucristo, y
cuya tradición sobrevive hasta nuestros días.
Es
a partir del siglo VIII, cuando ya no será ajena la presencia y el auge de los
monasterios de ideal benedictino en Alemania. A su vez, surgirá la figura de San
Corbiniano, quien es recordado por la evangelización realizada en tierras
bávaras y la posterior instauración de la Diócesis de Frisinga. Tiempo después,
el Emperador Carlomagno impulsará y fomentará la creación de un mayor número de
monasterios en el territorio, para continuar con la labor. Y es alrededor de los
comienzos del siglo X, cuando será compuesta la “Canción de Pedro” o Petruslied,
cuya fama radica, por tratarse de una de las primeras obras musicales
cristianas al estar escrita en alemán antiguo.
Llegado
el siglo XIII, la Iglesia continuaría haciendo frente a las diferentes herejías
surgidas en la región. A su vez, aparecerán las figuras de San Alberto Magno y
Tomás de Aquino; y así, poco antes de la llegada del Renacimiento, el Arte
Cristiano se verá expresado en la creación de las primeras iglesias de estilo
gótico y románico.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).