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RUMPELSTILTSKIN: MAGIA Y FÁBULA
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no de los cuentos considerados para
niños con un alto grado de misticismo, y de origen alemán, sin duda alguna es “Rumpelstiltskin”.
Creación de los Hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, publicado en 1812. Esta obra
literaria reconocida en todo el mundo, bajo diferentes traducciones y nombres,
representa la idea de la mezcla de lo sobrenatural con lo cotidiano.
La
historia se centra en un reino lejano, en donde el personaje principal es un duende
misterioso y enigmático, del quien nadie sabe su nombre; procedente de un mundo
mágico en donde se rebasa toda lógica, propia de la “imaginación” del
hombre.
Como
en la mayoría de los cuentos, todo gira en base a la diferencia de clases
sociales: los estratos bajos que buscan una mejor forma de vida y la clase
alta, rodeada de lujos y riquezas, que llegan a entrelazarse de una forma
inverosímil; propia de estas historias, que acaparan la atención de los lectores
y oyentes.
Para
quienes hayan tenido la oportunidad de leer esta obra de los Hermanos Grimm,
nos habremos dado cuenta que Rumpelstiltskin, ser prodigioso, coexiste con la
gente, brindando ayuda con favores a cambio de algún tipo de prenda; yendo y
viniendo entre el mundo mágico y el nuestro sin restricciones.
Rumpelstiltskin
aparecía en los momentos complicados de las personas, quizá, aprovechando la
angustia y desesperación, para de forma sutil y amable, ofrecer una solución a
sus problemas, sabiendo que su ayuda sería aceptada, condicionándola a cambio
de algo.
Esta
fue la situación de un humilde molinero, que en su afán de estar en la gracia
del rey, presumió las habilidades de hilar de su hija; a tal grado, de no sólo
hacerlo con el algodón, sino que tenía la destreza de hilar oro de la paja. Al
oír el monarca, semejante declaración, mandó traer a la muchacha y la encerró
en una habitación llena de paja.
Dándole
una rueca y en tono amenazante le dijo: “Si esta paja no está convertida en
oro, de hoy en la noche para la mañana siguiente, perderás la vida”. Bajo
este argumento, la doncella lloró y suplicó, diciendo que no podía realizar
semejante cosa; algo que el monarca no quiso escuchar.
Aquí,
es donde el ser sobrenatural hace su aparición. Tomando ventaja de la
situación, se ofrece a realizar la imposible tarea que le fue impuesta a cambio
de su collar. En cuanto lo recibió, se puso a trabajar y, en un momento, toda
la paja se transformó en oro puro; al terminar, desapareció en el acto. A la
mañana siguiente, el rey quedó asombrado con lo que vio; pero su avaricia era
mayor, por lo que volvió a traer a la mujer esa misma tarde, bajo amenaza, para
volver y realizar la hazaña, pero en una habitación al doble de la anterior.
Como
era de suponerse, volvió a suceder lo mismo. Rumpelstiltskin volvió a
aparecerse otra vez y ella le ofreció su anillo a cambio. Cosa que tomó el “duende”
y realizó la misma acción de la noche anterior. A la mañana siguiente, el
asombro del monarca fue mayúsculo; por lo que, volvió a llamar a la joven para
esa misma tarde y pedirle realizar, por última vez, la sorprendente proeza,
pero en una habitación tres veces mayor. Sólo que esta vez, el rey le dijo: “Si
en esta ocasión logras convertir la paja en oro, no sólo salvarás tu vida, sino
que te convertirás en mi esposa”.
A
la mañana siguiente, todo pasó como se esperaba; el rey cumplió su palabra y
tomó como esposa a la doncella, que para el beneplácito del molinero, vio
solucionada su situación de pobreza.
Lo
que no supieron, es que, la ahora reina, para lograr de nueva cuenta la
encomienda, tuvo que hacer un trato con Rumpelstiltskin. Ya no contaba con
alguna prenda para ofrecer a cambio, a lo que el duende le hizo prometer, que
cuando naciera su primer hijo, tendría que entregárselo por hacer el trabajo;
algo que ella, sin pensar, aceptó.
Durante
un año, la reina no tuvo otro encuentro con Rumpelstiltskin hasta que dio a luz
a un varón. Ya había olvidado la promesa hecha de entregar a su primogénito, a
lo que el “enano” se encargó de recordárselo. La reina suplicó que no se
lo quitara, a lo que éste le dio una oportunidad, siempre y cuando pudiera
adivinar su nombre; por lo que, le dio un plazo de tres días para descubrirlo.
La
reina vio una oportunidad de salvar a su hijo. Empezó a recordar y anotar todos
los nombres que recordaba y envió sirvientes a todos los rincones del reino
para investigar todos los nombres extraños que pudieran existir.
A
la siguiente noche, Rumpelstiltskin se presentó en la alcoba de la reina para
obtener respuesta al acertijo, a lo que ella, empezó a enumerar todos los
nombres que recordaba; teniendo como respuesta: “ese no es mi nombre”.
Lo mismo pasó la siguiente noche y la desesperación crecía.
Ya
para el último día, casi anocheciendo, uno de los sirvientes, que se había
retrasado al cruzar un claro de un bosque, logró ver a lo lejos a un extraño
hombrecillo que cantaba: “Hoy haré cerveza y mañana pan; mañana el hijo de
la reina mío será. La reina este juego nunca ganará. Me llamo Rumpelstiltskin,
no lo adivinará”.
El
sirviente se llenó de alegría, que ensilló en su caballo y a todo galope se
dirigió hacia al castillo para informar su descubrimiento. Al oírlo, la reina
gritó de emoción, y pacientemente esperó la llegada del gnomo.
—
Buenas noches, mi dama—, saludó el susodicho; —¿Tiene usted la amabilidad de
decir mi nombre?
—
¿Carlos? — preguntó.
—
¡No!
—
¿Tal vez Pedro?
—
¡No!
—
¿Tal vez “Rumpelstiltskin”?
—
¡No puede ser! ¡Las brujas te lo dijeron!
El
hombrecillo salió tan enojado, pero cumplió su palabra al no llevarse al niño.
A partir de esa noche ya nadie supo de él.
Sin
duda, una historia que vale la pena leer. Existen adaptaciones de este cuento,
pero la que lean, seguro que les agradará.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).