"La carrera entre Hipómenes y Atalanta" (Noël Hallé, 1711-1781) |
GRECIA: EL
DEPORTE Y LA MUJER
E
|
n la antigüedad, el deporte estaba
íntimamente conectado con la religión. Era imposible concebir la actividad
deportiva como algo ajeno al culto. Naturalmente, es de suponerse que el hombre
contaba con un papel destacado. Sin embargo, la mujer también tuvo participación
en este aspecto.
Hablando
de Grecia, la mujer de Atenas era diferente a la mujer de Esparta. La ateniense
presentaba rasgos más reservados que la enfocaban a las labores domésticas,
mientras que la espartana, ante un criterio social diferente, podía llevar a
cabo entrenamiento atlético. Las carreras eran las principales, pero eso no
impedía que una mujer practicara natación, salto, lucha, entre otras
disciplinas.
La
historia sitúa a Licurgo como la causa de esta idea en Esparta, quien
estableció que el ejercicio físico debía estar por encima del ejercicio
intelectual, ya que una madre fuerte podría soportar los dolores del parto; a
la vez que la unión de dos personas saludables daría lugar a la concepción de
generaciones fuertes. A su vez, se pensaba que el ejercicio ayudaría a que una
ama de casa pudiera llevar una vida menos complicada en el cuidado del hogar.
En
la literatura, las mujeres asociadas al deporte solían dar una apariencia de
masculinidad en su actuar y proceder. Tales serían los casos de Atalanta y Cirene,
ambas reconocidas por su fuerza y destreza en la caza. Aristóteles, al concebir
en su filosofía la ciudad ideal, veía adecuado que las mujeres de esa nueva
sociedad estuvieran preparadas físicamente.
La
desnudez es un tema recurrente y controvertido al hablar del asunto. Se ha
mencionado, que las mujeres espartanas practicaban deporte portando atuendos;
pero hay quienes aseguran que llegaban a hacerlo sin ellos. Esto último, debido
a que la desnudez del cuerpo humano no sería motivo de escándalo e indecencia.
Algo que, en el futuro, para los romanos no sería bien visto.
Los
Juegos Hereos, en honor a Hera, eran las competencias femeninas
más importantes, con un total de 16 participantes. Evento que consistía en
carreras de mujeres, en donde las ganadoras tenían el derecho a que les fuera
erigida una estatua por su triunfo. Al igual que los Juegos Olímpicos, se estima
que eran celebrados en intervalos de cuatro años; pero por desgracia, no se ha
podido ubicar una fecha exacta de su aparición. Se desconoce, por tanto, si surgieron
primero que los Juegos Olímpicos, o si fueron posteriores a estos.
La
princesa espartana, Cinisca, es recordada en la Historia como la primera mujer
en ganar los Juegos Olímpicos de la antigüedad, y cuya victoria en carrera de
carros tirados por cuatro caballos, quedaría inmortalizada bajo sus propias
palabras: “Me declaro la única mujer de toda Grecia que ha ganado esta
corona”.
Y
aunque es verdad que se trata de un acontecimiento meritorio y de orgullo, en
opinión de Fernando García Romero, de la Universidad Complutense de Madrid, en
aquel entonces el merecedor del triunfo no era el auriga (el conductor), sino
el dueño de los caballos; no perdiendo de vista el hecho que Cinisca era una
figura acaudalada.
Lo
importante, es el hecho de que la participación de la mujer, dentro de los considerados
primeros juegos olímpicos, haya trascendido hasta nuestros días, bajo la
consigna de igualdad con el resto de participantes.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).