MIEDO: LA EMOCIÓN NERVIOSA
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n tema controversial, sin duda alguna,
es el “miedo”. Considerado por muchos como una emoción injustificada
cuando por placer se busca, por tratar de sentir un impulso o corriente de
adrenalina. Pero, por otro lado, es algo que nos beneficia para ser cautos ante
situaciones de peligro.
Se
llega a decir que no hay que temer a los diferentes casos que se nos presenten.
Pero esto pudiera ser algo que se puede confundir con ser precavidos; ya que,
el sentir miedo es algo normal y natural para cualquiera y no debe ser
considerado como signo de debilidad.
Llegan
a existir casos en donde el miedo forma parte fundamental de la vida de muchos,
buscando emociones fuertes con tal de experimentar la sensación de “sentirse
vivo”. Caminar por una cornisa, saltar del “bungee”, ver películas
de terror, etc.; siempre con ese ingrediente adicional.
A
pesar de que este “miedo”, es buscado por unos; existen personas “asustadizas”
que, por diferentes traumas de la vida, no pueden soportar la más mínima
situación de temor. El miedo a un animal o a las alturas, es algo normal, pero
lo crítico es cuando se convierte en una fobia, lo que ya tiene que ver con un
trastorno psicológico.
Se
dice que el miedo es una emoción de desagrado o rechazo, relacionado
directamente ante el riesgo o amenaza de peligro. Mientras que la fobia se
relaciona a problemas emocionales; es un miedo persistente hacia algo sin
justificación, por no enfrentar la situación, lo que requiere la atención por
un profesional.
Inexplicablemente,
la mayoría de la gente que suele tener miedo a cosas paranormales, son las que “disfrutan”
de ver películas con este tipo de temática. Posiblemente, el ver este tipo de
largometrajes les resulte como una “guía”, en un supuesto caso similar
que pudiera presentárseles.
Lo
mismo sucede con los relatos e historias que guardan este tipo de cosas, en
donde los protagonistas, viven el miedo en su máximo esplendor. Pero en estos
dos casos, bien es sabido que son sólo momentos en los que el miedo puede
apoderarse del individuo; por la razón de que, al transcurrir de los minutos,
la sensación va pasando y se asimila la realidad.
Algo
muy recurrente es la propia imaginación. Todos en alguna ocasión hemos tenido
la sensación de que alguien nos vigila, o vemos algo en un lugar en donde
no existe nada. Muchas veces esto se atribuye a la influencia de los relatos y
películas de horror. El cerebro juega una mala pasada, y por ende, surge el
miedo.
Por
nuestra propia naturaleza humana, contamos con los “miedos innatos”,
propios de nuestro ser, de nuestro instinto hacia el peligro y hacerle frente.
Otros miedos que nos acompañan son los que obtenemos al paso de nuestra
existencia, debido a nuestro ambiente en donde habitamos.
Una
definición general, se puede decir, es que el miedo es un instinto biológico
para salvar la vida, lo que hace la activación de adrenalina, poniendo en
alerta al individuo para enfrentar el peligro. Pero cuando esto sucede, se
liberan también la serotonina y dopamina, sustancias de efecto placentero, lo
que puede hacer que se “disfrute” del miedo. Esto explicaría el porqué
del gusto por esta sensación.
Otro
miedo común es el de volver a vivir una experiencia traumática. Se trata a toda
costa de evitar panoramas y situaciones que resulten conocidas. La verdad es
que el miedo puede estar en todos lados, ya que cualquier situación y momento,
pudieran detonar un incidente negativo en el que nos veríamos involucrados.
Existe
algo que, posiblemente, no se ha considerado como cosa que tenga que ver con el
terror. La mayoría de los cuentos infantiles guardan una historia alterna, los
cuales están llenos de situaciones no apropiadas para los niños. Por mencionar
algunos ejemplos: Hansel y Gretel, Blancanieves, Pinocho,
y más.
Siempre
habrá el cuestionamiento del porqué unos buscan la sensación del miedo y otros
la rechazan. Se denomina “actitud contrafóbica”, que sería el gusto por
sentir lo que aterra.
Emoción
nerviosa, tal vez podría ser otra definición del miedo. Lo más importante es
siempre cuidar a los niños y no exponerlos a este tipo de contenidos, ya que
todo a su debido tiempo será mejor.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).