CIHUATETEO: LA
MUJER DIOS
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os Mexicas son recordados en la
Historia por su destreza para el combate y el gran manejo de la estrategia
bélica. Y por supuesto, no menos relevante es la herencia mitológica de esta
antigua cultura. Contrariamente a lo que, quizá, la gran mayoría pudiera
suponer, la figura femenina no estaba desprovista de valor, como ha sido el
caso de muchos pueblos, sino que contaba con una relevancia.
Es
precisamente en el hecho de buscar la salvaguarda del Imperio Azteca, que la
guerra se mostraba como la vía más factible para este propósito; toda vez que
la toma del predominio frente a los conquistados, implicaba una garantía de seguridad
y supervivencia para todo un pueblo.
Los
guerreros, naturalmente, gozaban de un alto prestigio, por ser ellos quienes ejecutarían
tales hazañas. Pero al igual que el pensamiento de Esparta, la mujer era pieza
clave para esto, gracias a su rol dentro del hogar. No sólo para el
mantenimiento y el sostén de la familia, sino por el regalo de la procreación;
dando hijos al Estado.
De
acuerdo con Patrick Johansson, el descenso a la dimensión del inframundo
estaría ubicado en el cruce de los ejes cardinales, o en el camino donde
rondaran las “Cihuateteo”. Este vocablo proveniente del náhuatl tendría
sus raíces en “cihuatl” (mujer) y “teotl” (dios), puesto que hacía
referencia a las “mujeres dios”.
Una
Cihuateteo era una mujer, cuya vida, había terminado inesperadamente en
el acto de dar a luz, adquiriendo así una naturaleza divina, como según lo deja
plasmado Fray Bernardino de Sahagún en “Historia General de las Cosas de
Nueva España”. Este acontecimiento luctuoso la hacía merecedora de un sublime
reconocimiento, equiparado a la muerte del heroico soldado en batalla.
Esta
narrativa épica no es lo único; ya que, además, se tenía la creencia que estas
entidades podían ocasionar problemas a los vivos. Principalmente, en el caso de
los hombres, quienes podían ser sus víctimas al encontrarlas por senderos
solitarios, presentándose ante ellos con un aspecto llamativo.
Las
familias de las fallecidas —y los vecinos, de igual manera—, debían guardar
precaución, sobre todo en los primeros días de su fallecimiento. Era posible
que el espíritu no deseara que el viudo contrajera nuevamente nupcias en el
futuro. También se decía, que algunas partes del cuerpo eran poseedoras de fuerzas
y energías útiles para el combate.
Sin
embargo, aunque pudiera resultar incongruente, muchas de las familias se
alegraban del fallecimiento de una mujer en estas circunstancias, ya que, como
se pensaba, no iría al inframundo habitual reservado para la mayoría, sino que,
en homenaje a su heroico episodio se hacía merecedora de un lugar junto al Sol:
el Cihuatlampa.
Se
creía que Cihuacóatl era la diosa que amparaba a los espíritus de
estas mujeres. Divinidad representada con un aspecto de mitad serpiente y mitad
mujer. La leyenda cuenta que Moctezuma recibió advertencias de estas entidades,
sobre la desgracia que caería sobre el Imperio Mexica con la llegada de los
españoles.
Cihuacóatl
le hablaría de la pronta llegada de extraños que humillarían al panteón divino
de su pueblo. Por su parte, las Cihuateteo aparecieron por las noches, lamentándose por el destino reservado “a sus hijos”. Se dice que esta historia, inspiraría la leyenda
de “La Llorona”, quien —al igual que estos espíritus en ese momento—, pena eternamente
por la tragedia y la muerte de sus hijos.
“El
conocimiento habla
Y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).