domingo, 8 de marzo de 2020

CIHUATETEO: "La mujer era pieza clave. No sólo para el mantenimiento y el sostén de la familia, sino por el regalo de la procreación. Este acontecimiento luctuoso la hacía merecedora de un sublime reconocimiento, equiparado a la muerte del heroico soldado en batalla".



CIHUATETEO: LA MUJER DIOS

L
os Mexicas son recordados en la Historia por su destreza para el combate y el gran manejo de la estrategia bélica. Y por supuesto, no menos relevante es la herencia mitológica de esta antigua cultura. Contrariamente a lo que, quizá, la gran mayoría pudiera suponer, la figura femenina no estaba desprovista de valor, como ha sido el caso de muchos pueblos, sino que contaba con una relevancia.

Es precisamente en el hecho de buscar la salvaguarda del Imperio Azteca, que la guerra se mostraba como la vía más factible para este propósito; toda vez que la toma del predominio frente a los conquistados, implicaba una garantía de seguridad y supervivencia para todo un pueblo.

Los guerreros, naturalmente, gozaban de un alto prestigio, por ser ellos quienes ejecutarían tales hazañas. Pero al igual que el pensamiento de Esparta, la mujer era pieza clave para esto, gracias a su rol dentro del hogar. No sólo para el mantenimiento y el sostén de la familia, sino por el regalo de la procreación; dando hijos al Estado.

De acuerdo con Patrick Johansson, el descenso a la dimensión del inframundo estaría ubicado en el cruce de los ejes cardinales, o en el camino donde rondaran las “Cihuateteo”. Este vocablo proveniente del náhuatl tendría sus raíces en “cihuatl” (mujer) y “teotl” (dios), puesto que hacía referencia a las “mujeres dios”.

Una Cihuateteo era una mujer, cuya vida, había terminado inesperadamente en el acto de dar a luz, adquiriendo así una naturaleza divina, como según lo deja plasmado Fray Bernardino de Sahagún en “Historia General de las Cosas de Nueva España”. Este acontecimiento luctuoso la hacía merecedora de un sublime reconocimiento, equiparado a la muerte del heroico soldado en batalla.

Esta narrativa épica no es lo único; ya que, además, se tenía la creencia que estas entidades podían ocasionar problemas a los vivos. Principalmente, en el caso de los hombres, quienes podían ser sus víctimas al encontrarlas por senderos solitarios, presentándose ante ellos con un aspecto llamativo.

Las familias de las fallecidas —y los vecinos, de igual manera—, debían guardar precaución, sobre todo en los primeros días de su fallecimiento. Era posible que el espíritu no deseara que el viudo contrajera nuevamente nupcias en el futuro. También se decía, que algunas partes del cuerpo eran poseedoras de fuerzas y energías útiles para el combate.

Sin embargo, aunque pudiera resultar incongruente, muchas de las familias se alegraban del fallecimiento de una mujer en estas circunstancias, ya que, como se pensaba, no iría al inframundo habitual reservado para la mayoría, sino que, en homenaje a su heroico episodio se hacía merecedora de un lugar junto al Sol: el Cihuatlampa.

Se creía que Cihuacóatl era la diosa que amparaba a los espíritus de estas mujeres. Divinidad representada con un aspecto de mitad serpiente y mitad mujer. La leyenda cuenta que Moctezuma recibió advertencias de estas entidades, sobre la desgracia que caería sobre el Imperio Mexica con la llegada de los españoles.

Cihuacóatl le hablaría de la pronta llegada de extraños que humillarían al panteón divino de su pueblo. Por su parte, las Cihuateteo aparecieron por las noches, lamentándose por el destino reservado “a sus hijos”. Se dice que esta historia, inspiraría la leyenda de “La Llorona”, quien —al igual que estos espíritus en ese momento—, pena eternamente por la tragedia y la muerte de sus hijos.


“El conocimiento habla
Y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).