LAS ESTRELLAS:
SÍMBOLOS DE LUZ Y OSCURIDAD
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uando éramos niños, seguramente a la
mayoría de nosotros, nos tocó oír de labios de nuestros padres que, cuando en
las noches mientras contemplábamos el oscuro firmamento, si por casualidad veíamos
una “estrella fugaz”, nos animáramos a pedirle un deseo, porque entonces
éste se nos cumpliría.
Hoy,
por la Ciencia, sabemos que el nombre correcto para este fenómeno luminoso es
el de meteoro, y que guarda diferencias con otros conceptos astronómicos como “asteroide”,
“meteoroide”, “meteorito” y “cometa”.
Desde
antaño, el cielo ha sido siempre un lugar especial por la incapacidad del
hombre de andar sobre él, como en su lugar lo hacen las aves y, sobre todo, los
dioses creadores. Y desde luego, el hecho de ver partir al sol y esperar la
pronta llegada de la noche, suponía el peligro de no volver a ver la luz otra
vez. La presencia de las estrellas podía ser interpretado entonces, como parte
de la benevolencia de los dioses durante el tiempo de oscuridad, abriendo la llama
de la esperanza por el retorno del amanecer.
En
la obra titulada “La utilidad de las mentiras en el arte mediante el estudio
de las estrellas fugaces” de Sylvana Gutiérrez Anillo, nos explica cómo el
astrónomo Claudio Ptolomeo pensaba que, en ocasiones, los dioses osaban
inclinarse hacia la Tierra. Y cuando esto sucedía, se daba lugar a que algunas
estrellas se movieran de su sitio, provocando su caída en forma de “estrellas
fugaces” para nuestra percepción. Y puesto que los dioses en ese instante
mantenían una atención especial hacia nosotros, era un momento idóneo para
solicitarles algo.
Debe
recordarse, que las estrellas han jugado un papel destacado en diferentes
religiones. En el Judaísmo y en el Cristianismo, por ejemplo, las estrellas aparecen
en más de una ocasión. Así, encontramos la promesa de Dios hecha a Abraham, luego
de que éste no se negara a darle en sacrificio a Isaac, su único hijo, jurando
que su descendencia sería multiplicada como las estrellas del cielo y la arena
de las orillas del mar. Sin olvidar la estrella que guiaría, tiempo después —de
acuerdo con el texto bíblico—, a los magos de Oriente hasta donde Jesucristo
habría de nacer.
Por
otro lado, no debe olvidarse, sin embargo, que las estrellas también han sido
asociadas con los ángeles del Cielo. Y aunque la caída de una estrella suponga
una oportunidad positiva, como anteriormente se hacía mención, esto también fue
representación del destierro de los ángeles rebeldes, como en su momento fuera
interpretado, por algunos, el pasaje bíblico de Isaías al expresar: “¡Cómo
has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora!”. Motivo de gran inspiración
para la literatura, como lo fuera el “Paraíso Perdido” de John
Milton, donde el lector es testigo de la tragedia del ángel caído tras el fallido
golpe de Estado, por llamarlo de algún modo.
En
la Cultura Mexica, el avistamiento de un cometa por parte del emperador
Moctezuma, fue el presagio de un infortunio próximo a acontecer, como ha
quedado grabado en el Códice Durán: la caída de Tenochtitlán, la capital
del imperio azteca. Lo cual, se cumpliría con la llegada de los conquistadores
españoles a las tierras de América.
Como
vemos, la presencia de luminosidad en la noche ha sido objeto de diferentes tipos
de interpretaciones. Hay quienes han creído que las estrellas son las almas de
los ancestros. Otros más, han llamado a las Perseidas o lluvia de
meteoros, como “las lágrimas de San Lorenzo”, en memoria del martirio
del santo. Lo cierto es, que siempre será un gusto contar con la fortuna de
estar presentes en el momento exacto, de que una “estrella fugaz” nos
sorprenda en el cielo nocturno.
“El
conocimiento habla
Y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).