martes, 24 de marzo de 2020

ONOMÁSTICA: "Es la ciencia que trata la catalogación de los nombres propios. Apoyada en investigaciones, provee de la información referente a sus orígenes y significado. De ahí su importancia, pues más que analizarlos, apoya a la elección adecuada del que se desee escoger para los futuros ciudadanos de este mundo".



ONOMÁSTICA: LA CIENCIA DE LOS NOMBRES

A
nte la necesidad de ser identificados unos de otros, la importancia de tener un nombre resulta más que significativo para referirnos a los demás o a nosotros mismos. Sabemos que los nombres que nos han otorgado nuestros padres y avalados por las instancias gubernamentales o religiosas, nos acompañarán por el resto de nuestra vida.

Pueda ser que tengamos un nombre sencillo o compuesto; tal vez compartamos el de alguno de nuestros progenitores o de algún familiar muy querido. Lo cierto es que la Onomástica es la ciencia que trata la catalogación de los nombres propios.

El adjetivo Onomástico proviene del griego: “onomazo” (establecer nombre) y el sufijo “ico” (relativo o referente a). Se utiliza para hacer referencia a la celebración del Santo en honor al apelativo que tenga la persona. No hay que confundir Onomástico con Cumpleaños, ya que el “cumpleaños” es el aniversario de nacimiento, pudiendo coincidir o no con el “día de su santo”.

Aclarado el punto anterior, la diferencia entre el adjetivo Onomástico con la Onomástica, radica en que la segunda es una rama de la Lexicografía, la cual no sólo estudia los nombres de la gente, sino también de los seres vivos y lugares.

A su vez, la Onomástica se divide en: Antroponimia, Toponimia y Bionimia. La Antroponimia se encarga del trato de los nombres de las personas; la Toponimia trata el nombre de lugares, la cual se divide en Oronimia (cordilleras y montañas), Hidronimia (arroyos, ríos, lagos, etc.) y la Odonimia (calles, carreteras, autopistas); y por último la Bionimia, la cual se encarga de los nombres de plantas y animales, misma que se divide en Fitonimia y Zoonimia, respectivamente.

Apoyada en investigaciones, la Onomástica provee de la información referente a los nombres, desde su origen y su significado. En la antigüedad, los romanos establecieron la fórmula tria nomina (los tres nombres), la cual estaba conformada por el Praenomen (nombre de pila), Nomen (linaje familiar) y Cognomen (mote o apodo), esto para establecer beneficios sociales y jurídicos.

Conforme se dio el aumento de la población y, en consecuencia, el aumento de nombres, la fórmula romana cambió a una forma más reducida que consistía de un nomen gentilicium (nombre de la familia) y un cognomen (nombre individual). El patrón romano sirvió para la creación de nuevos nombres de familia a raíz del nombre del progenitor, añadiéndoseles el sufijo “ius”. Este método (pero con sufijos variados) también se dio en otras lenguas del mundo, como el griego y el latín.

El significado de los sufijos representa, más que nada, el origen de “proceder, o procedente de” o “perteneciente a”, todo en base al patronímico (nombre del padre) o a la familia (heredado u obtenido).

De ahí la gran importancia de la Onomástica dentro de la historia, que más que analizar nombres, apoya a la elección adecuada del que se desee escoger para los futuros ciudadanos y ciudadanas de este mundo.


“El conocimiento habla
Y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).