“No por mucho creer,
significa que es verdad”
(Friedrich Nietzsche)
E
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n una publicación pasada hablamos
sobre “Silent Hill” —historia de terror psicológico muy conocida—,
haciendo mención sólo a una parte de este misterioso pueblo. Allí, se tocó lo
referente a sus tres dimensiones (o mundos) que los pecadores recorren, cuando
este lugar de modo inexplicable los “llama” para que le visiten.
Y
como se explicó, dichas dimensiones bien podrían simbolizar los tres
estratos de la mente (Consciente, Preconsciente e Inconsciente) y/o los
tres lugares del destino final de las almas (Cielo, Purgatorio e
Infierno); los cuales, misteriosamente, aquí se materializarían para todos
aquellos que se sientan culpables de algo.
Sin
embargo, queda la duda sobre qué es en sí lo que provoca, que exclusivamente en
el pueblo de Silent Hill —y no en otra parte de la Tierra—, tengan lugar
estos sucesos inexplicables y paranormales que escapan de toda lógica; a tal
grado, que cada uno de los visitantes sea capaz de ver monstruos grotescos que,
curiosamente, adoptan formas y simbolismo del pecado que llevan cargando y el
cual se niegan a aceptar.
Como
se mencionó, en Silent Hill hubo sangrientas matanzas en el pasado por
la cuestión religiosa, al pretender los conquistadores imponer la suya a los
nativos. De entrada, se trata de un pueblo fantasma. Pero ello no daría lugar a
energías tan fuertes como para cambiar la realidad de este plano en donde nos
hallamos.
Recordemos,
ante todo, que esta historia tiene la particularidad de tratarse de una
metáfora de la existencia que, a diario, cada uno de nosotros vive. Como es
bien sabido, la realidad que cada individuo percibe es independiente de la de
los demás, pese a que vivamos y nos desenvolvamos juntos. Esto, en primera,
explica el porqué cada personaje de Silent Hill ve “monstruos” o “escenarios”
distintos. Pero, ¿qué da lugar a este encierro o realidad personal? Al parecer,
la historia intentaría dar tres soluciones posibles.
La
primera recae en la cuestión religiosa. En el pueblo se rendía
antiguamente culto a un dios desconocido, mismo que a la llegada de los
conquistadores sería señalado como “el demonio”, haciendo desaparecer cualquier
vestigio. Para los nativos, en cambio, el nuevo dogma no era el verdadero. Por
lo que, años más tarde, el culto sería restablecido bajo el nombre de “La
Orden”.
De
manera breve, La Orden designa a esta extraña entidad como “Dios”,
debido a que no se tiene certeza de su real naturaleza. Se cree, que es el ente
responsable de todas las anormalidades y cambios de dimensiones que se viven en
el pueblo. Es por ello, que, en los diferentes episodios de la historia, La
Orden (quienes son los antagonistas) ha pretendido hacer que Dios nazca,
pero sin éxito, gracias a la intervención de los protagonistas que impiden su
desarrollo.
Lo
curioso, es que “Dios” en los intentos por hacerle nacer, adquiere
siempre diferentes “formas”, dependiendo de cómo se lo imagina quien dirige
el proceso; adoptando una actitud benevolente hasta despiadada. En pocas
palabras, la creencia que se tiene sobre algo —cuando se le desconoce realmente
y hay variados puntos de vista—, modifica la realidad de cada uno de nosotros.
El
segundo punto sería la salud. Independientemente de lo anterior,
a Silent Hill también han concurrido enfermos mentales, y este factor es
de igual forma motivo importante que influye en la percepción de la realidad.
Por su parte, también se ha sabido de la presencia de personas adictas a
determinadas sustancias nocivas, que, como es de esperarse, influyen en la
percepción del consumidor.
En
tercer lugar, encontramos una alternativa que la mayoría podría tomarla como la
menos válida: la presencia de seres extraterrestres. Como se dijo en el
artículo anterior, hay diferentes finales para cada historia dependiendo de las
decisiones morales que elijamos en el transcurso. Uno de esos finales es el “UFO”,
considerado como “final divertido”. Sin embargo, nada de lo que hay en Silent
Hill está exento de simbolismo, y éste no sería la excepción. Podría
pensarse, que estos seres superiores son los que propician los cambios de la
realidad que se viven en las diferentes historias, al hacer uso de una tecnología
sofisticada (incluso, pudiendo hacerse pasar por dioses para los antiguos).
En
conclusión, Silent Hill es, en resumen, la manifestación del universo de
cada persona. Una historia que nos hace reflexionar sobre la importancia de
buscar la verdad para dirigir nuestras vidas de la forma más correcta,
coherente y sabia; pese a que en nuestro camino, muchas veces encontremos infinidad de "monstruos" y "oscuridad" que busquen desalentarnos. Pero siempre luchando por alcanzar la luz.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).