lunes, 20 de abril de 2020

AHURA-MAZDA: "En los textos sagrados del Zend-Avesta, se conservan pasajes de la creación del mundo. En específico, de las tierras que fueron habitadas por los arios en Asia. Ahura-Mazda, el ser supremo de los persas, creó las dieciséis tierras perfectas para que fueran habitadas por el hombre".



AHURA-MAZDA: LAS 16 TIERRAS PERFECTAS

A
lgo interesante de la historia del antiguo Irán, es el hecho de que, durante mucho tiempo —antes de que el pueblo persa se formara—, coexistieron con las gentes de la India. Esto se atestigua, debido a la semejanza que guardan las formas más antiguas de su lengua, así como el parecido en la mitología y las prácticas rituales de antaño.

La separación de ambos tuvo lugar cuando todavía la vida nómada imperaba. Se sabe que los antiguos persas se dedicaban al pastoreo, yendo de un lugar a otro, buscando siempre fuentes de alimento para ellos y sus rebaños. De allí que, en ciertos dogmas religiosos, la figura del pastor se asocie con la imagen del peregrino siempre andante, más tarde, tomado de los pueblos semitas.

En los textos sagrados del Zend-Avesta, se conservan pasajes de la creación del mundo. En específico, de las tierras que fueron habitadas por los arios en Asia. Ahura-Mazda, el ser supremo de los persas, creó las dieciséis tierras perfectas para que fueran habitadas por el hombre.

La primera región fue Airyana-Vaeja (Ariana la Vieja), en donde los persas practicaban el pastoreo. Sin embargo, el demonio —que es la maldad y la muerte—, como los persas lo describían, creó el invierno y las serpientes; por lo que, en esa región, diez meses son invierno y dos son de verano. Por este motivo, Ahura-Mazda expresaba que: “el invierno es la peor de las plagas”.

La segunda región creada fue la Sogdiana, al oeste del río Pamir. Pero el demonio, ante esto, creó la plaga de langostas para que destruyera los sembradíos.

La tercera región creada fue la Margiana, y donde una vez más, el demonio entró en acción, creando a las hormigas para afectar lo que el dios había creado.

La cuarta región fue la Bactriana. Aquí, el demonio creó el pecado de la impiedad, desatando desobediencia y profanación, de parte de los hombres, hacia su Creador.

La quinta región fue Partia, en donde había buena tierra y, a cambio, el demonio sembró la incredulidad hacia lo divino.

La sexta región fue Arachosia, lugar que fue descrito por Ahura-Mazda como: “la tierra donde la gente abandona la casa”. Para comprender esto, habría que explicar que, cuando una persona fallecía, la casa era abandonada; ya que, según las costumbres de los persas, no había que tocar a los muertos. Para contrarrestar esto, el demonio creó el luto y los cantos funerarios.

La séptima región fue Kabul. Allí había suelo fértil, mas el demonio implantó la brujería y la magia negra.

La octava región fue Chorasmia, la cual contaba con abundantes pastizales, ideal para la cría de ganado. A su vez, su maldición fue el orgullo y la tiranía.

La novena región fue Hyrcania, tierra de cultivo, cuyo maleficio fue la sodomía.

La décima región fue Aria, un lugar con agua abundante, pero donde imperaba la pena y la pobreza.

La décima primera región fue Drangiana, una tierra llena de gloria y brillo. Su maleficio era la hechicería.

La décima segunda región fue Raga, un lugar próspero de habitantes, pero carentes de fe.

La décima tercera región fue Kakhra, una tierra de valientes y gente justa, a la cual, el demonio los hizo incinerar los cadáveres de sus familiares.

La décima cuarta región fue Varena, un lugar de grandes riquezas, pero sujeta a la invasión bárbara.

La décima quinta región fue Punyab, poseedora de amplias extensiones de tierra, cuya maldición fue la violencia y el calor agobiante.

La décima sexta región fue Rangha, un lugar de buenas tierras, pero siempre carente de un líder y con críticos inviernos.

Por su parte, el fuego es un elemento sagrado, símbolo de la presencia de Ahura-Mazda en la Tierra, fuente de abrigo y luz para el mundo. El demonio, en un arrebato de ira, le impregnó con dolor, de modo que, por ello, el fuego quema al tocarlo; lo cual a su vez, es símbolo del difícil camino que supone alcanzar la sabiduría y la virtud.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).