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lgo interesante de la historia del
antiguo Irán, es el hecho de que, durante mucho tiempo —antes de que el pueblo
persa se formara—, coexistieron con las gentes de la India. Esto se atestigua, debido
a la semejanza que guardan las formas más antiguas de su lengua, así como el
parecido en la mitología y las prácticas rituales de antaño.
La
separación de ambos tuvo lugar cuando todavía la vida nómada imperaba. Se sabe
que los antiguos persas se dedicaban al pastoreo, yendo de un lugar a otro,
buscando siempre fuentes de alimento para ellos y sus rebaños. De allí que, en ciertos
dogmas religiosos, la figura del pastor se asocie con la imagen del peregrino
siempre andante, más tarde, tomado de los pueblos semitas.
En
los textos sagrados del Zend-Avesta, se conservan pasajes
de la creación del mundo. En específico, de las tierras que fueron habitadas
por los arios en Asia. Ahura-Mazda, el ser supremo de los persas,
creó las dieciséis tierras perfectas para que fueran habitadas
por el hombre.
La
primera región fue Airyana-Vaeja (Ariana la Vieja), en
donde los persas practicaban el pastoreo. Sin embargo, el demonio —que es la
maldad y la muerte—, como los persas lo describían, creó el invierno y las
serpientes; por lo que, en esa región, diez meses son invierno y dos son de
verano. Por este motivo, Ahura-Mazda expresaba que: “el invierno
es la peor de las plagas”.
La
segunda región creada fue la Sogdiana, al oeste del río Pamir. Pero
el demonio, ante esto, creó la plaga de langostas para que destruyera los
sembradíos.
La
tercera región creada fue la Margiana, y donde una vez más, el
demonio entró en acción, creando a las hormigas para afectar lo que el dios
había creado.
La
cuarta región fue la Bactriana. Aquí, el demonio creó el pecado
de la impiedad, desatando desobediencia y profanación, de parte de los hombres,
hacia su Creador.
La
quinta región fue Partia, en donde había buena tierra y, a cambio,
el demonio sembró la incredulidad hacia lo divino.
La
sexta región fue Arachosia, lugar que fue descrito por Ahura-Mazda
como: “la tierra donde la gente abandona la casa”. Para
comprender esto, habría que explicar que, cuando una persona fallecía, la casa
era abandonada; ya que, según las costumbres de los persas, no había que tocar
a los muertos. Para contrarrestar esto, el demonio creó el luto y los cantos
funerarios.
La
séptima región fue Kabul. Allí había suelo fértil, mas el demonio
implantó la brujería y la magia negra.
La
octava región fue Chorasmia, la cual contaba con abundantes
pastizales, ideal para la cría de ganado. A su vez, su maldición fue el orgullo
y la tiranía.
La
novena región fue Hyrcania, tierra de cultivo, cuyo maleficio fue
la sodomía.
La
décima región fue Aria, un lugar con agua abundante, pero donde
imperaba la pena y la pobreza.
La
décima primera región fue Drangiana, una tierra llena de gloria y
brillo. Su maleficio era la hechicería.
La
décima segunda región fue Raga, un lugar próspero de habitantes,
pero carentes de fe.
La
décima tercera región fue Kakhra, una tierra de valientes y gente
justa, a la cual, el demonio los hizo incinerar los cadáveres de sus
familiares.
La
décima cuarta región fue Varena, un lugar de grandes riquezas, pero
sujeta a la invasión bárbara.
La
décima quinta región fue Punyab, poseedora de amplias extensiones
de tierra, cuya maldición fue la violencia y el calor agobiante.
La
décima sexta región fue Rangha, un lugar de buenas tierras, pero
siempre carente de un líder y con críticos inviernos.
Por
su parte, el fuego es un elemento sagrado, símbolo de la
presencia de Ahura-Mazda en la Tierra, fuente de abrigo y luz para el
mundo. El demonio, en un arrebato de ira, le impregnó con dolor, de modo que, por
ello, el fuego quema al tocarlo; lo cual a su vez, es símbolo del difícil
camino que supone alcanzar la sabiduría y la virtud.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).