jueves, 16 de abril de 2020

CALENDARIO AZTECA: "Con muchas limitaciones, es sorprendente la perfección y exactitud a la que se llegó para su realización, debido a que esto supone períodos extensos de estudio y preparación para no olvidar los fenómenos celestes, a modo de organizar un complejo sistema de medición del tiempo".



EL CALENDARIO AZTECA: COMPLEJIDAD Y EXACTITUD

L
a perfección encontrada en el Calendario Azteca tiene sus orígenes y antecedentes en otros calendarios indígenas, que los propios mexicas hallaron a lo largo de su expansión territorial. Esto puede explicar la relación con el sistema maya. Se dice que los sistemas de calendarios hallados en América cuentan con una similitud con las formas asiáticas y orientales.

Con muchas limitaciones, es sorprendente la perfección y exactitud a la que se llegó para su realización, debido a que esto supone períodos extensos de estudio y preparación para no olvidar los fenómenos celestes, a modo de organizar un complejo sistema de medición del tiempo.

Los aztecas dividían el año en 18 meses de 20 días, al que agregándole 5 días adicionales se obtenía un año de 365 días. Por otro lado, llegaron a emplear el conocido “Tonalpohualli”, que consistía, al parecer, en un calendario lunar por su composición y estructura, en 20 períodos de 13 días. A diferencia de nuestro calendario, no se agregaba un día adicional cada cuatro años.

Sin embargo, no sólo estos eran conocidos por los aztecas, ya que, el ciclo de Venus se sabía que contaba con 584 días, y existía el de 4 años solares, el de 52 años y el de 104. Cada día del mes tenía un signo propio, su número del 1 al 13, y se colocaba bajo la advocación de uno de los 9 señores de la noche, conocidos como los “Yoalteuctin”:

Xiuhtecuhtli: dios del fuego y señor del tiempo. Tezcatlipoca: el regente del norte, dios de la oscuridad y de la noche, deidad de lo incorpóreo e invisible. Piltzintecuhtli: dios de los temporales y del sol naciente. Centéotl: divinidad vinculada al maíz y a la fertilidad. Mictlantecuhtli: dios de los descarnados, de los muertos y señor del inframundo. Chalchiuhtlicue: diosa del agua, señora de los lagos, de los ríos y de los mares. Tlazoltéotl: diosa de la lujuria y de la sexualidad, señora de las transgresiones morales. Tepeyóllotl: el patrón de los jaguares, dios de las montañas y vinculado a los movimientos terrestres. Tláloc: dios del agua, de la lluvia y de los rayos.

Los meses tenían el nombre que correspondía al de la fiesta de su último día, poseyendo cada día un nombre por el sitio que ocupaba en el Tonalpohualli y en el ciclo de Venus. Cada 52 años solares coincidían las denominaciones del año solar y del Tonalpohualli, y cada 104 la de los tres ciclos. Todo un sistema complejo y difícil de interpretar, pero perfecto.

El fuego nuevo, rito mágico sobre el cuerpo de un sacrificado, daba inicio al período de 52 años. Se dice que, en el año de 1521, durante la Conquista española, el primer día del año era el primer día del mes “Toxcalt”, el cual correspondía al 03 de mayo de dicho año.

Todos los meses tenían sus características especiales, así como sus divinidades protectoras y sus ofrendas a modo de inmolaciones.


“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).