LENTES: UNA
CLARA VISIÓN DE LUZ
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lo largo de la historia, el ser humano ha
asociado al ojo como un símbolo de conocimiento. Siendo éste, un miembro
dotado de la capacidad de percibir la luz, misma que suele ser empleada como
metáfora de una sabiduría profunda. A tal grado que, aquellos que la rechacen, entran
dentro de los catalogados como ciegos.
Ahora
bien, hablando del campo científico, los hombres se han esforzado por corregir
los defectos que, con el tiempo, terminan afectando al aparato ocular a causa
de la enfermedad y la vejez. Y no sólo eso. Independientemente del estudio de
la vista humana —en un contexto de salud—, los investigadores han procurado
rebasar los alcances dictados, al receptor, por la naturaleza; buscando
desarrollar poderosos instrumentos ópticos para contemplar, no sólo el mundo
microscópico, sino el telescópico.
Los
fenómenos físicos de la reflexión y la refracción de la luz, se sabe que eran
ya conocidos en el mundo antiguo. Así, cretenses, griegos y egipcios contaban
ya con nociones al respecto. Sin embargo, no sería hasta el surgimiento en el escenario
histórico, de Alhacén, que los fundamentos de la Óptica moderna serían
cimentados. Y es que el prominente físico y matemático iraquí —creador del
método científico—, construyó equipos similares a los utilizados en telescopios
modernos y enunció las leyes de la refracción.
Tanto
ha llegado a ser la valía de su aporte, que términos que hoy empleamos para
nombrar las partes del ojo, tales como retina, córnea y humor acuoso, son
producto de su importante labor.
Durante
el siglo XI, algunos clérigos y monjes empleaban las llamadas piedras de
lectura, las cuales se les adjudica su invención al científico Abbás
Ibn Firnás, aunque esto no se haya podido confirmar. Se trataba de una
pequeña pieza semiesférica de cristal, capaz de amplificar la imagen de las
palabras. Un objeto que ayudaba a comprender la lectura, llegando a ser un
artefacto muy importante y valioso para la época. A las piedras de lectura
se les conoce como las precursoras de las lupas y de los anteojos.
Pero
todo cambió con la aparición de los anteojos o lentes,
los cuales vinieron a beneficiar a millones de personas alrededor del mundo,
revolucionando lo que, hasta ese entonces, el ámbito de la Óptica había podido
alcanzar. Algunos señalan al monje dominico, Alessandro di Spina, como
el inventor de estos instrumentos, aunque no se tiene total certeza al
respecto.
No
sólo los anteojos son importantes para el ser humano, ya que las lentes, han
sido de gran ayuda en telescopios y microscopios. Un poco de historia nos dice
que Galileo Galilei, en el siglo XVII, construyó un telescopio que tenía
36 aumentos y, en 1674, el biólogo neerlandés Anton van Leeuwenhoek inventó
el primer microscopio.
La
Óptica ha dado pasos agigantados en el transcurso de nuestra historia, siendo
el hombre capaz de percibir, con el ojo, aspectos que sobrepasan sus propios límites; desde la
exactitud nanométrica, hasta vislumbrar más allá de nuestro sistema solar.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).