MARIDAJE: EL
MATRIMONIO PERFECTO
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l hablar de vinos —que de los cuales existen
varios tipos—, destacan cosechas especiales de determinados países, los cuales
se jactan por tener el reconocimiento de la gran calidad y prestigio que se les
ha concedido alrededor del mundo. Ya sean tintos, blancos, rosados o espumosos.
Todos tienen su especial encanto.
Pero
para acompañar un buen vino, siempre será necesario contar con la comida
adecuada que se acomode y armonice con su sabor y estilo, logrando una
combinación única, en donde el deleite de ambos se funda en un perfecto ‘matrimonio’.
El
maridaje es un vocablo que proviene del francés: “marriage”,
que significa “matrimonio”. Por esa razón, es que se debe tener
cuidado en la elección de cada uno de los elementos para realzarse mutuamente.
El
arte de saber combinar texturas, aromas y sabores de bebidas y alimentos, donde
el buen gusto prevalece, es algo que con el tiempo se afina. Logrando un
criterio adecuado, tomando en cuenta que el vino puede afectar el sabor de los
platillos y viceversa.
Para
lograr un buen resultado no se recomienda beber vino seco con comida dulce, ya
que, por la nula o poca cantidad de azúcar de éste, daría como consecuencia un
sabor muy desagradable y ácido.
Datos
que hay que tomar en cuenta, es que cuando de comidas regulares se trata, se
suele comenzar con ensalada o sopa. Para esto, se acompañará con vinos suaves
de cuerpo ligero, como los blancos y espumosos.
Dependiendo
del plato principal, considerando que sea carne roja o blanca, es lo que
determinará el tipo de vino que lo acompañará. Las carnes rojas se ajustan muy
bien con un vino tinto corpulento. A los pescados les sienta bien acompañarlos
con vinos tintos tánicos suaves. En otras palabras, dependiendo del color de la
carne, será el color del vino.
Ya
sea como aperitivo o para el postre, se recomiendan los vinos concentrados en
azúcar, servido en una copa más pequeña a diferencia de los otros, a manera de
no empalagar.
La
regla de colores y sabores es de gran utilidad para definir el tipo de vino a
consumir. Sin embargo, también mucho dependerá del gusto propio, para darnos
cuenta cuál es el adecuado. Lo que para esto no existe regla alguna; siempre y
cuando se tome en cuenta lo dulce de la botella a adquirir.
Esto
se basa en el tipo de cosecha y la casa productora, a lo que existen variantes
de los tipos brut (menos azúcar), el sec (dulce
intermedio) y el doux (más dulce).
Es
de mencionar que la calidad no está directamente relacionada con la edad del
vino, simplemente los diferencia. Los vinos jóvenes (frutales y frescos)
están diseñados para consumirse en un tiempo máximo de medio año; mientras que
los vinos de reserva adquirirán más sabor con los años.
Por
lo tanto, hay que consumirlos de acuerdo con su tiempo, para lograr el mejor
disfrute y provecho de cada uno. Ya sea con un buen pedazo de pan, jamón
serrano o un trozo de queso semicurado, lo importante será saberlos acompañar
con una buena botella de vino tinto.
Al
considerar que los polos opuestos se atraen, tomemos en cuenta que el queso
azul, con un vino de postre, hará una combinación perfecta. Así como la comida
asiática lo hará con los vinos semidulces.
“El
conocimiento habla
y
la sabiduría escucha”
(Jimi
Hendrix, 1942-1970).