ANTIGUO ARTE AFRICANO: ENTRE LO RELIGIOSO Y DECORATIVO
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l Arte Africano goza de una singular característica: la espiritualidad. Más que estética, su esencia es religiosa y su belleza tiende y pretende ser del agrado de los dioses. No se trata sólo de un arte realista, sino de una interpretación personal plasmada en una obra que es a la vez irreal y, al mismo tiempo, ingeniosa.
El poder sobrenatural está contenido en el sinnúmero de piezas artísticas, como los son las máscaras y las esculturas. El arte, a pesar de todo, se representa en distintas formas, que va desde lo abstracto al realismo más expresivo. Una peculiaridad era que, el artista africano, algo de espiritualidad y misticismo debía de tener, pues en su actividad se plasmaría el fervor en pro de un resultado exitoso y satisfactorio.
Es de resaltar que el artesano debía ser disciplinado. No se trataba de trabajar por sólo hacerlo, sino que tenía que someterse previamente a ayuno, abstinencia sexual, al igual que desconectarse y aislarse de la comunidad, para mentalizarse con la obra en cuestión y ofrendar todo de sí. Ahora bien, durante el proceso de fabricación se refugiaba en un sitio apartado, en donde la soledad, los sacrificios y el canto lo acompañaban mientras esculpía.
Materiales como la madera fueron las predilectas de estas personas, aunque también se sabe que la piedra no les era indiferente, puesto que se pudieron encontrar diversos tallados en ambos materiales. Dentro de los objetos destinados al culto y a la religiosidad, los artefactos de madera resultaban prácticos por su ligereza, para poder ser trasladados de un lugar a otro a donde se requirieran.
Lamentablemente, el paso del tiempo ha hecho estragos en las piezas fabricadas en madera, ya que no se pueden encontrar fácilmente obras que daten de una edad mayor a cien años, por no haber recibido un curado adecuado, lo que ha dado lugar a que la humedad y las termitas les hayan causado daños irreversibles.
El arte se identifica dependiendo de cada etnia y de cada tribu, lo que lo convierte en algo único, llegando a crear un vasto acervo por la gran diversidad de grupos humanos que han padecido un pasado lleno de problemas, a nivel social, dentro del continente.
Debido a estos sucesos, es que los centros artísticos se encuentran —en su mayoría— en la zona occidental y en la cuenca del río Congo. La escultura abstracta y geometrizante tuvo su auge en Sudán occidental. La austeridad en las obras es una de las características más representativas de los dogones, quienes habitan en Malí.
Los bambaras de Malí, Burkina Faso, Guinea y Senegal, se distinguen por las máscaras zoomorfas, siendo las más apreciadas las que representan a los antílopes. Los mossi y bobos, de Burkina Faso, combinan un amplio sentido de la vitalidad y del toque decorativo, lo que proyecta un arte, hasta cierto punto, fino.
La precisión y el buen trato de los Baule de Costa de Marfil, los convierte en escultores delicados y talentosos en objetos religiosos y profanos. Los Sénoufos tiñen sus esculturas en negro sobre un fondo rojo. Por su parte, en el Congo, siguiendo el estilo del naturalismo orgánico, sus artistas ofrecen un producto decorativo y expresivo.
Desde que el Cubismo descubrió la calidad del arte africano, se incrementó el número de adeptos hacia este estilo especial.