RESIDUOS PELIGROSOS: RIESGO PARA LA SALUD
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uede definirse como residuo peligroso a todo desecho cuyas propiedades —tóxicas, reactivas, infecciosas, inflamables, irritantes, explosivas o corrosivas— son capaces de producir efectos perjudiciales a la salud humana, al igual que impactar de forma nociva a la naturaleza.
La procedencia y origen de estos residuos es meramente industrial bajo el concepto de “subproductos”, “productos químicos gastados” y “componentes de descarga”; ya sea en forma líquida, sólida o gaseosa.
Dentro de los considerados como sólidos, aquellos más agravantes son los polvos, las fibras y los humos. Al ser inhalados de forma directa dañan a los pulmones con posibilidad, incluso, de pasar al torrente sanguíneo, igualmente causando complicaciones a otras partes del cuerpo.
Durante el proceso de pulverización de materiales como roca, madera, carbón, grano y metal, pueden generarse este tipo de partículas residuales que, al mezclarse con el aire, son de fácil difusión para la respiración. El tamaño de estas partículas ronda entre 0,1 a 25 micrómetros, donde las de menos de 5 son las que pueden permanecer suspendidas en el aire; siendo susceptibles de entrar en los alvéolos del pulmón.
Tiene que considerarse como peligroso a cualquier proceso de producción de polvo, mientras las pruebas de higiene industrial no dictaminen lo contrario.
Por otra parte, las fibras se definen como partículas de polvo de forma alargada y estrecha, determinándose como tal, si su longitud es tres o más veces el grosor de la partícula. Los asbestos son un ejemplo de esto.
Cuando los vapores metálicos —que pueden llegar a alcanzar temperaturas muy altas— se enfrían en poco tiempo, dan lugar a los humos, a causa de la condensación en partículas sólidas altamente finas. Cabe destacar que los humos están mezclados con gases peligrosos, tal como el óxido de nitrógeno, que puede alojarse fácilmente en los pulmones.
En el caso de la niebla y aerosoles —que son suspensiones finas de gotas de líquidos—, son semejantes a los polvos, porque al ser más fino el rocío, mayor será la penetración en los pulmones. El motivo del daño a gran escala de estos rocíos se debe a que son capaces de ingresar al organismo a través de la piel y, en consecuencia, al torrente sanguíneo. Ejemplo de ellos son: nieblas de pintura de aerosol y los álcalis, presentados en los baños de ácido.
Los gases son fluidos, de los cuales muchos son inflamables. Algunos más reactivos que otros, ya sea en el medio ambiente o en el organismo. El término “vapor” se define como la forma gaseosa de un líquido, el cual, si se presenta a una presión alta, mayor es el riesgo de incendio y de daños a la salud.
Los daños que ocasionan los vapores y gases se presentan cuando se introducen en los pulmones o en el cuerpo, afectando a los órganos. Ejemplo de estos: el dióxido de carbono, nitrógeno y helio, considerados asfixiantes simples. En cambio, ejemplos de asfixiantes químicos son: el cianuro y el sulfuro de hidrógeno. Ambos tipos producen deficiencia de oxígeno en los pulmones.
Los residuos peligrosos están constituidos, por lo general, por carbono, hidrógeno, oxígeno, azufre, nitrógeno, metales pesados y halógenos. El modo en que estas sustancias perjudican a la salud varía dependiendo de las características de cada persona (edad, peso, talla, etc.), y la acción puede producirse crónica (lenta) y aguda (rápidamente).