domingo, 24 de mayo de 2020

EL LORO: "Quiso contarles lo ocurrido, pero no pudo más que repetir las palabras ordenadas. Se internó en el bosque, donde, según los sabios, está purificando todo el mal en contacto con la naturaleza. De ahí se dice, que del malvado príncipe tomó el nombre con el cual conocemos a esta ave parlanchina".


EL LORO: LEYENDA MAYA 

C

uenta la historia que existió un poderoso rey, el cual tenía dos hijos apuestos y osados, pero con personalidades totalmente contrarias. Mientras el mayor era todo bondad, el segundo —con maldad en su alma—, contrastaba con la conducta de su padre. El primogénito se llamaba Dzul, y el otro príncipe respondía al nombre de Lor. 

Dzul gustaba de caminar por los campos y los bosques, compartiendo el alimento con los pobres. Apoyándolos y protegiéndolos desinteresadamente, lo que lo hacía muy feliz. Se hacía acompañar por un perro y una paloma. Al caer la noche y aparecer la luna, Dzul tenía la costumbre de adentrarse en el bosque, donde los aluxes (duendes) bailaban, mientras las luciérnagas alumbraban su camino. 

Por el contrario, el príncipe Lor gozaba del sufrimiento de los demás. Odiaba a su hermano y ambicionaba heredar el trono de su padre que, por derecho, le correspondía a Dzul. Se hacía acompañar de malos amigos, a los que había reunido para robar por la fuerza el trono a su hermano, llegado su momento. 

En cierta ocasión, Lor se encaminó al bosque y encontró a Dzul sentado en una hamaca a la sombra de los árboles. Éste, le invitó a sentarse con él para disfrutar del paisaje. Estando sentados y en silencio por largo rato —uno pensando en buenas acciones y, el otro, en cómo desatar su ira—, aparecieron los aluxes, bailando, mientras las luciérnagas decoraban el ambiente. 

Dzul contemplaba el maravilloso espectáculo, mientras Lor los miraba con odio. Casi al instante, se levantó y atacó a aquellos seres, quienes huyeron despavoridos, no sin antes gritarle: “¡No nos alcanzarás! Tus pies se torcerán y las puntas se unirán. Te caerás de bruces contra el suelo y te levantarás hecho un monstruo”. 

Lleno de furia, Lor quiso correr, y entonces las puntas de los pies se le juntaron y cayó al suelo. Al ponerse de pie, notó una enorme nariz pesada en su rostro, la cual casi le tocaba la boca, tal como los aluxes habían dicho. Culpando a Dzul de su desgracia, le gritó: “¡Por tu culpa estoy así! ¡Me las pagarás! Diré que eres un hechicero y que con tu magia me transformaste en este monstruo”. 

Sacando un cuchillo se abalanzó sobre su hermano, a lo que tuvo que intervenir el dueño del bosque y le detuvo, exclamando: “¡No darás muerte a Dzul, ni el trono será para ti! Mis aluxes cambiaron tu belleza por lo que realmente corresponde a tu forma de ser. Yo terminaré su obra. Ya que deseas tener alas, las tendrás, pero tu vuelo será corto y tu plumaje verde. Eso te enseñará a apreciar a la naturaleza. La sangre inocente que has derramado manchará tu cabeza. Hablarás, pero nadie comprenderá, porque sólo podrás repetir el pensamiento de los demás, mas nunca el tuyo”. 

Al ver esto, Dzul quiso detener al dueño del bosque, pero no llegó a tiempo. Lor quedó convertido en un ave verde con la cabeza roja, las patas torcidas y el pico encorvado. Acto seguido, el dueño del bosque le grito: “Ve, y dile a tu gente: ¡Dzul será el rey, lorito real, porque yo me porté mal!”. Al regresar al palacio, quiso iniciar la revuelta. Vio a sus amigos y quiso contarles lo ocurrido, pero no pudo más que repetir las palabras ordenadas: “¡Dzul será el rey, lorito real, porque yo me porté mal!”. 

Cuando Dzul se convirtió en rey, pidió a sus súbditos que atraparan al ave para cuidarla y que obtuviera su perdón. Cosa que fue imposible, ya que se internó en el bosque, donde, según los sabios, está purificando todo el mal en contacto con la naturaleza. De ahí se dice, que del malvado príncipe tomó el nombre con el cual conocemos a esta ave parlanchina que grita: “¡Lorito real! ¡Lorito real!”. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).