EL VUELO: EL SUEÑO ALCANZADO
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esde hace varios siglos atrás, los seres humanos hemos soñado con volar y, con ello, los vientos conquistar; pretendiendo emular a las aves. La mayoría de los primeros en planteárselo, consideraban que debía bastar con colocarse un par de alas para simular los movimientos de estos animales.
Es posible que el relato minoico de “Dédalo e Ícaro” pudiera haber estado inspirado en esto o, incluso a la inversa: que, a partir de dicha historia, el hombre se hubiese trazado esta posibilidad. La narración nos habla acerca de cómo después de que el Rey Minos quedara satisfecho por la labor de Dédalo —tras la construcción del laberinto que albergaría al Minotauro—, decide impedirle que abandone la Isla de Creta, por miedo a que éste revelara sus secretos.
Ante tal impedimento, Dédalo y su hijo Ícaro, deciden reunir muchas plumas de aves, uniéndolas con cera de abeja y obteniendo un par de alas para ambos. Los hombres emprenden el vuelo y escapan de la isla. El final es trágico para Ícaro, cuyo orgullo manifestado en la desobediencia a su padre —de no volar muy alto, por el peligro que el calor del sol suponía para las alas—, termina cayendo al mar ante la impotencia de Dédalo.
En el siglo XVIII, los Hermanos Montgolfier —Jacques Etiénne y Joseph Michel— construyeron en Francia el primer globo aerostático. La demostración pública tuvo lugar en 1783, arrojando el exitoso vuelo los siguientes resultados: duración de diez minutos, recorrido de dos kilómetros y altura de dos mil quinientos metros. Los primeros pasajeros aéreos de la historia fueron un pato, un gallo y un borrego.
No obstante, es sabido que años antes de esta hazaña, en tierras portuguesas también tuvo lugar un intento similar. Bartolomeu Lourenço de Gusmão, —sacerdote e inventor de origen brasileño, conocido como “el Padre volador”— desarrolló el aerostato “Passarola”, registrado como la primera aeronave de la historia en despegar. Sin embargo, la desconfianza hacia este artefacto —de parte del Clero—, terminó en la desacreditación, calumnia y persecución del jesuita.
Sería años más tarde, en el siglo XX, cuando el dirigible se posicionaría como el protagonista del sueño de volar. El zeppelin, nombrado así en honor del inventor alemán Ferdinand von Zeppelin, estaba equipado con motor, hélice y con un amplio compartimiento de pasajeros y fue utilizado con fines bélicos durante la Primera Guerra Mundial. Años más tarde, en 1937, tuvo lugar el terrible accidente del “Hindenburg”, que cobró la vida de 35 personas, tras lo cual, Adolf Hitler ordenó la cancelación del uso de dirigibles como medio de transporte.
A pesar de todo esto, no todo fue fracaso, ya que en 1900 los Hermanos Wright —Wilbur y Orville— desarrollaron un planeador que se estabilizaba por medio de timones. El piloto debía ir acostado sobre el fuselaje, siendo un artefacto personal. Más tarde, construyeron el primer avión de hélices y motor, el cual logró un vuelo de cuarenta metros.
Éste fue el inicio de la industria aérea, existiendo hoy en día una variada gama de modelos, así como empresas que se dedican a la construcción de aeroplanos, los cuales han contribuido al desarrollo comercial y al turismo.