LA GRAN MANCHA ROJA: EL HURACÁN DE JÚPITER
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a naturaleza de los huracanes es la de
un evento fuera de serie que no sólo se puede apreciar, ni es exclusivo de
nuestro planeta. Sin duda, es algo que puede resultar un tanto fantasioso pero
que resulta verídico, al conocerse la presencia de un poderoso huracán bajo la
atmósfera de Júpiter.
Este
huracán conocido como la “Gran Mancha Roja” (GMR),
contaba con más de 40 mil kilómetros de longitud en su eje más largo y 12 mil
kilómetros en su eje más corto, si lo consideramos en forma de elipse. La
manera de cómo se formó es algo que no podemos explicar, pero tenemos la
certeza de que existe, gracias a las personalidades que, a través de los años,
se encargaron de descubrirlo y darle el nombre con el cual lo conocemos.
Fue
en el año 1665 cuando el astrónomo italiano y naturalizado francés, Giovanni
Domenico Cassini describió como una “mancha permanente” la que
observó en el hemisferio sur de Júpiter, motivo por lo cual, se le da el
crédito como el primer astrónomo que la vio.
Se
tiene conocimiento que pasaron varios años para que la mancha fuera vista de
nueva cuenta. En esa ocasión, el sobrino de Giovanni Cassini, el también
astrónomo Giacomo Filippo Maraldi, fue quien tuvo la oportunidad de
observarla en 1713. De forma asombrosa, a partir de ese año, no se cuenta con
registros posteriores sobre el seguimiento de la Gran Mancha Roja. No
fue hasta casi el final del primer tercio del siglo XIX, cuando en 1831, el
astrónomo y naturalista alemán Samuel Heinrich Schwabe —que, al estudiar
las manchas en el sol y estar en la búsqueda de un nuevo planeta (vulcano)—,
plasmó en dibujos la mancha que observó en la atmósfera de Júpiter.
Ya
en 1878, le fue dado el nombre como se le conoce a la fecha a esta gran
tormenta de más de trescientos años de existencia, cuyo crédito corresponde al
astrónomo estadounidense Carr W. Pritchett. La GMR está muy lejos de
poder ser comparada con un huracán terrestre; primeramente, por su tamaño, el
cual supera por mucho el diámetro de la Tierra y alcanza una velocidad del
viento de hasta 600 kilómetros por hora, lo que convierte en insignificante a
cualquier tormenta que conozcamos.
La
Gran Mancha Roja está considerada como un “Anticiclón”,
por tener en su centro una presión mucho más grande que en la periferia. Con el
pasar del tiempo se ha reducido el tamaño, el cual ronda los quince mil kilómetros de diámetro, a lo que no existe
una explicación lógica al respecto.
Una
de las preguntas que podemos hacernos, sería el porqué de una duración tan
prolongada para una tormenta tan inmensa, teniendo como base lo que sucede en
nuestro planeta. Pues ante tal interrogante, lo que queda como explicación
sería que, a diferencia de Júpiter —el cual es un planeta gaseoso—, la Tierra
cuenta con una superficie sólida que permite la fricción o rozamiento, por lo cual
cuando un ciclón toca tierra, de forma casi instantánea pierde fuerza, lo que
al cabo de unos días termina por disiparse por completo. Lo anterior no puede
suceder en Júpiter, puesto que, al carecer de una superficie, la tormenta puede
seguir alimentándose y creciendo por la falta de fricción.
Por
este motivo es que el decremento de la GMR llama poderosamente la
atención, ya que paulatinamente ha modificado su tamaño hasta llegar a calcularse
una reducción de mil kilómetros por año, por lo que pudiera pensarse que, en un
par de décadas más, podría llegar a su fin.
“El
conocimiento habla
y la sabiduría
escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).