martes, 5 de mayo de 2020

QUETZALCÓATL: "Su imagen ha sido de suma relevancia en las distintas culturas de Mesoamérica; influyendo a través del tiempo en las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios. Se le da el crédito como el forjador de las artes, las cuales otorgó a la humanidad para fundar la civilización".



QUETZALCÓATL: EL CIVILIZADOR MESOAMERICANO

L
a figura de la Serpiente Emplumada está colmada de misterio, de modo tal, que los múltiples cronistas han debido plantear y proponer diversas hipótesis para tratar de diferenciar al sacerdote, del héroe cultural y a la vez, de la entidad divina, eje de la cosmovisión mesoamericana.

Oscuros son sus orígenes, envueltos en leyendas, símbolos y en la propia historia, llevando a los investigadores a no tener claro el panorama sobre un criterio unificado de los hechos, a la vez de separar en cada rubro, la personalidad de esta figura representativa de la cultura indígena.

Quetzalcóatl es un nombre compuesto que alude a la serpiente (coatl) y al plumaje de un ave, en este caso, el quetzal, considerado como símbolo de elegancia y lujo; a lo que la representación de la serpiente revestida de plumas daba una imagen dual unificada, muy por encima de lo humanamente terrenal. Esto se concebía como el conjunto de las virtudes más sublimes y elevadas, aunado a la benevolencia y sabiduría en beneficio de la raza humana.

La imagen de Quetzalcóatl ha sido de suma relevancia en las diferentes civilizaciones de Mesoamérica. El culto fue practicado por los olmecas, mayas, chontales, toltecas, aztecas, teotihuacanos, entre otras más; siendo su influencia marcada a través del tiempo y arraigada en las costumbres y tradiciones de los pueblos originarios.

Su alter ego era el dios Xólotl, la entidad guiadora de las almas de los muertos hacia el inframundo. De esto, puede desprenderse que Quetzalcóatl —con mayor razón— fuera conocido como el “gemelo hermoso”; a diferencia del guiador del inframundo, quien era visto como una monstruosa y sombría deidad.

Se ha dicho que Quetzalcóatl es uno de los cuatro hijos del supremo dios primigenio, Ometéotl, el señor de la dualidad por excelencia; lo que ratifica para la Serpiente Emplumada, el adjetivo de “mellizo divino”, al tomar en cuenta los tres puntos mencionados: su nombre, el vínculo con Xólotl y ser hijo de Ometéotl.

Se le da el crédito como el forjador de las artes, las cuales otorgó a la humanidad para fundar la civilización. También se le concede la bondad de entregar el maíz a su pueblo, arrebatándolo a las hormigas que lo escondían en el “Monte de nuestro sustento”. Algo similar ocurrió con el cacao, costándole el destierro por los otros dioses.

Se le atribuye la invención del calendario y el control del tiempo, así como de las edades cósmicas. Una leyenda hablaba acerca de la creación de los magueyes (plantas productoras del pulque, conocido como la “bebida de los dioses”), en la cual, Quetzalcóatl raptó a la diosa Mayahuel —quien había sido muerta por las deidades de la oscuridad— e hizo que de sus huesos nacieran las primeras plantas de esta especie.

Los indígenas recibían por boca de sus sacerdotes, la siguiente instrucción, plasmada en el Códice Matritense: “Dios es uno, Quetzalcóatl es su nombre. Nada exige, sólo serpientes y mariposas le ofrecerás”. Esto hacía alusión a que el dios no aceptaba sacrificios humanos, sino que, en cambio, pretendía que el hombre se ofreciera en cuerpo (serpiente) y alma (mariposa) para buscar la virtud.

A Quetzalcóatl se le conoció por distintos nombres, de acuerdo con cada pueblo y con cada época: Kukulkán, Gucumatz, Mukú-leh-chan, Tlahuizcalpantecuhtli, entre otros. Pero todos eran él, siempre con el mismo significado, aludiendo a la sabiduría.

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).