viernes, 8 de mayo de 2020

TENOCHTITLÁN: "Provenientes de Aztlán, conducidos por los sacerdotes, se les había profetizado que sólo cuando el Sol se postrara sobre el nopal cubierto de espinas, habrían de finalizar su peregrinaje, fundando la ciudad del Pueblo del Sol para engrandecer a Huitzilopochtli".


TENOCHTITLÁN: LA BASE DE LA GRAN CIVILIZACIÓN 

L

a gran y legendaria capital azteca fue instituida en el lugar señalado por Huitzilopochtli, dios de la guerra; allí donde un águila, representante suyo, se posó en el nopal de piedra, en el centro del lago de Texcoco; mismo que en esos tiempos, era conocido como el “lago de la luna”: Meztliapan. 

Fue en este sitio donde, según la historia, sería arrojado el corazón del primer sacrificado y habría de nacer el árbol espinoso, el árbol del sacrificio, símbolo del lugar de las espinas: Huitztlampa, la tierra del sol. 

Provenientes de Aztlán, conducidos por los sacerdotes, se les había profetizado que sólo cuando el Sol —simbolizado bajo la imagen de un águila—, se postrara sobre el nopal cubierto de espinas —cuyos frutos de color rojo intenso representaban los corazones humanos—, habrían de establecerse y finalizar su largo peregrinaje, fundando la ciudad del Pueblo del Sol para engrandecer a Huitzilopochtli y convertirlo en el señor del mundo y, por medio de éste, el dios lograría extraordinarias hazañas. Con estas palabras, Huitzilopochtli se dirigió a su pueblo: 

“En verdad, yo los conduciré a donde tengan que ir. Apareceré como águila blanca. Por donde tengan que ir, les iré hablando. Vayan viéndome; y cuando yo llegue allí, adonde me parezca bien que ustedes vayan a asentarse, allí posaré, allí me verán; de modo que luego, allí harán mi templo, mi Casa, mi cama de hierba, donde yo estaré levantado para volar y allí la gente hará casa, se asentarán”. 

“Y ofrezcan, para los conquistadores y hombres valientes, las mantas labradas, los maxtles, las plumas colgantes de quetzal; para que sean sus divisas y sus escudos, y recibirán ‘las cosas en general: lo bueno, lo plácido, lo fragante, la flor, el tabaco, el cantar. Toda cosa cualquiera que sea’”. 

“Asimismo, también yo fui enviado a este viaje, y se me dio por cargo traer armas, arco, flechas y rodela. Mi principal encomienda y oficio es la guerra. Y yo, asimismo, con mi pecho, cabeza y brazo, en todas partes tengo de ver y hacer mi trabajo, en muchos pueblos y gentes que hoy hay...”. 

“Primero he de conquistar en guerra para tener y nombrar mi casa de preciada esmeralda y oro —adornada de plumería, adornada la casa de preciada esmeralda transparente como cristal— y, asimismo, tener y poseer géneros de preciadas mazorcas, cacao, algodón e hilado de muchos colores. Todo lo tengo de ver y tener, pues me es mandado y mi oficio. Y a eso vine”. 

Éste es otro fragmento, de cuando los aztecas se encontraban en Coatepec: 

“Así pues, mexicanos, aquí ha de ser su cargo y oficio, aquí habrán de guardar y esperar, y de cuatro partes cuadrantes del mundo, habrán de conquistar, ganar y avasallar para ustedes. Tengan cuerpo, pecho, cabeza, brazos y fortaleza, pues les ha de costar a sí mismos sudor, trabajo y pura sangre, para que ustedes alcancen y gocen las finas esmeraldas, piedras de gran valor, oro, plata, fina plumería, preciadas plumas de colores, fino cacao de lejos traído, algodón de diferentes tintes, diversas flores olorosas, distintas frutas muy suaves y ricas; y otras muchas cosas de gran placer y contento”. 

Con este propósito se fundó Tenochtitlán, que tendría la misión cósmica de ayudar al Sol —todos los días— a vencer, en su lucha contra la Luna y las Estrellas, a través del sacrificio humano.  


·         Párrafos 4-7 y 9, de “El Pueblo del Sol” (1953), A. Caso. Adaptación: Literat@’ s. 

 

“El conocimiento habla
y la sabiduría escucha”
(Jimi Hendrix, 1942-1970).