ARMARIO: UN DESORDEN BIEN ORGANIZADO
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a personalidad de cualquiera, se puede ver reflejada en muchos aspectos, ya sea en el modo de hablar, interactuar, leer, escribir, vestir y en muchos otros factores que no pasan desapercibidos para los demás. Pero existe un factor en el que quizá, los demás no conozcan y se trata de qué tan ordenados podemos llegar a ser.
La palabra “ordenado”, puede llegar a aplicarse como adjetivo para muchas personas, y no es exclusivo de hombres o mujeres; todo depende de cómo se desarrolle el individuo ante los demás. Este calificativo, bien se puede ganar en el trabajo o en la escuela, donde somos observados. Pero, ¿en nuestra casa también lo somos?
Hasta aquí todo parece indicar que éste es un punto débil en mucha gente. Lo que proyectamos fuera de nuestro hogar, no siempre se manifiesta de igual forma dentro de él. Así, la persona más “ordenada” y responsable en la oficina o en el aula, deja de serlo en su entorno familiar, llegando a representar un alto grado de incredulidad para quienes le conocen, incluso, negando lo que alguien más pueda llegar a expresarles sobre esa persona con tan alto sentido del orden, y que se ha ganado el título de responsable.
Una forma sencilla de saber si una persona es ordenada o no, es con sólo echar un vistazo en su clóset o armario. Dependiendo de lo que observemos determinaremos el grado de ordenanza de cada uno de nosotros.
Es muy sencillo acumular cosas, pero más sencillo es buscarles un lugar en donde no se vean, resultando el lugar ideal para tal cometido, nuestro clóset o armario. Afortunadamente, siempre tenemos oportunidad para resolver este problema, sólo es cuestión de dedicar un poco de tiempo para poner las cosas en ‘orden’.
Para organizar nuestro clóset, primeramente hay que vaciarlo por completo. Empecemos por revisar nuestra ropa y clasifiquémosla en básicos (camisetas, blusas, camisas, suéteres, jeans), prendas formales (trajes, corbatas, vestidos de noche y cóctel), prendas del diario, prendas para el trabajo y prendas para vacacionar.
Una vez separada la ropa, hay que probarla. Con esto nos daremos cuenta de lo que nos queda bien, y apartar lo que destinaremos para regalar. Un consejo muy práctico es almacenarla por temporadas y así separarla de la que no se usará por el momento, guardándolas en bolsas de plástico y así mantenerlas en buen estado hasta el momento de su utilización. Así, la ropa de otoño e invierno estará protegida, mientras que la de primavera y verano estará disponible o viceversa.
Otra forma de organizar es por familias y colores. Con esta táctica será más fácil tener a la mano la selección a escoger, haciendo bloques de camisas, sacos, abrigos, pantalones, faldas, vestidos, etc.; al igual que grupos de colores, ya que, con esto, logramos un orden visual, lo que hace un poco más difícil intentar desarreglarlo.
Este orden también aplica para los zapatos. En el calzado es necesario revisar en qué condiciones se encuentran para valorar si vale la pena enviarlos a reparación e invertir en ello. De la misma forma, los zapatos deben agruparse de acuerdo con su tipo y estilo: deportivos, botas, de piso, etc.
No cabe duda de que el orden debe prevalecer en todo lo que hagamos.