CERÁMICA ESPAÑOLA: INSPIRACIÓN MUSULMANA Y EUROPEA
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entro de las artes decorativas existen objetos que no pueden pasar desapercibidos. Ejemplo de ello, es la cerámica española, técnica y colorido que la convierte en piezas atractivas dignas de presumir en cualquier rincón de nuestro hogar.
Con una expresión artística y ancestral, la inclinación hacia las técnicas originarias —consistentes en el manejo y trabajo del barro—, le han hecho acreedora a la aceptación del público y de los expertos del arte, que aprecian los resultados al combinar la historia con la modernidad. Tal es el caso de España con su cerámica.
La alfarería es una disciplina que, en todas partes del mundo, se ha hecho de un reconocimiento tal, que ha sido elevada dentro del mundo del arte. Y, en España, no es la excepción, si es que de la época medieval y de la era renacentista concierne, donde la loza dorada del sur y del Levante se mostró como algo extraordinario en la época, misma que continúa haciéndolo con el paso de los años.
Por su parte, en Granada se fabricaba la cerámica de reflejo desde el siglo XIII, y sirvió de base a los alfareros valencianos de Paterna y Manises, quienes se apropiaron del proceso de manufactura, así como de la técnica. Durante los siglos XV y XVI, el auge valenciano en este rubro tuvo lugar, sirviendo de amplia inspiración el arte musulmán, cuya disciplina —como es bien sabido—, es sumamente estricta. Al respecto, cabe enfatizar que la influencia oriental fue determinante, convirtiéndose en objeto de interpretaciones propias de los artistas españoles.
Durante ese mismo siglo, los alfareros de Talavera y Puente del Arzobispo se influenciaron de los productos que se recibían de Italia. Lo cual asimilaron, al igual que las enseñanzas de los artesanos flamencos. Sería en el siglo XVII cuando todas las mesas españolas, sin distinción de clase, lucirían elegantes vajillas, producidas en aquellos talleres dedicados a la elaboración de ornamentos, muy al estilo y de la altura de la clase alta.
Un reconocimiento aparte es el uso hacia las vajillas de Talavera, ya que se vieron favorecidas por la prohibición de las de metal noble. Lo mencionado, dio parte a la fundación de fábricas en Alcora y la del Buen Retiro, las que representaron una importante competencia con la producción de Talavera y Puente del Arzobispo. Ante tal situación, éstas últimas se limitaron a la elaboración de piezas de uso popular, al no tener mucho éxito al pretender imitar las obras de Alcora.
Los mejores tiempos y en donde el esplendor acaeció para los productos de Alcora, fueron sus primeros cincuenta años, teniendo como producto principal a la loza, con la participación de importantes y reconocidos decoradores franceses, que fueron llevados por el fundador: el noveno Conde de Aranda.
Siempre será valorado todo artículo que cuente una historia, misma que identifique no sólo a un pueblo, sino a toda una nación, en donde las raíces artísticas den fe de la grandeza cultural que encierra.