"Emperador Kangxi"; anónimo. Colección de "The Palace Museum".
DINASTÍA QING: LA ÚLTIMA CASA IMPERIAL
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urante cinco siglos, la Ciudad Prohibida fungió como sede y residencia oficial de los Emperadores de China y como el lugar de donde emanaba el poder del país asiático. Considerado como el palacio más grande del mundo por contar con un colosal espacio, siendo siempre atractivo por los tesoros que ahí se encontraban, algunos de los cuales son presentados en distintas galerías de arte en el mundo.
Centenares de objetos muestran de forma importante, parte de la vida y de los lujos a los que los gobernantes de la Dinastía Manchú o Qing eran acreedores. Dentro de esta Casa existieron tres personajes que condujeron al florecimiento del Imperio: los Emperadores Kangxi (1662-1722), Yongzheng (1723-1735) y Quianlong (1735-1796).
Cada uno de estos individuos aportó cosas importantes. Kangxi fue el cuarto Emperador de la Dinastía Qing, quien fortaleció los dominios de su antecesora, la Ming. Estuvo al frente del Imperio por un lapso de 61 años y restableció la paz en el interior, congregando a la gran mayoría de la élite local. Durante su reinado, la cultura del país alcanzó niveles de esplendor, debido al interés propio de impulsarla, además de ser un gran aficionado a las matemáticas y a la astronomía.
La tendencia de un buen gobierno próspero se mantuvo después de que Kangxi falleció. Su hijo, el Emperador Yongzheng, continuó con la consolidación geográfica de su Imperio, tras la victoria de su padre en la Guerra Civil de los Tres Feudos, con las operaciones militares hasta los nuevos límites del territorio.
Yongzheng fue sucedido por su hijo Qianlong, quien continuó bajo la misma línea el legado de su padre y de su abuelo, además de ser un impulsor y defensor de la tradición Manchú, preservando el patrimonio cultural, a la cual concedía la clave del éxito de su Dinastía. Así pues, se le atribuyó a estas tres generaciones de Emperadores el establecimiento de los límites territoriales de China, como se conoce hoy en día.
Qianlong, con los dotes de esteta y como refinado letrado, fue quien llevó a China a alcanzar un gran progreso, desconocido hasta el siglo XVIII. Lamentablemente, el fin de la Dinastía Qing llegó de la mano de la Revolución Nacionalista, cerrando un período largo de gobierno de casi 300 años, siendo el último Emperador chino Xuantong; dando lugar al nacimiento de la República de China.
Por todo esto, cuando se exponen los diversos artículos en las galerías culturales, se puede apreciar una muestra de la riqueza artística que rodeó a este linaje imperial: desde sellos para autenticar documentos y retratos artísticos hechos por los pintores de la corte, así como parte del tipo de mobiliario de las salas del trono —donde llegó a reposar alguno de ellos, sin olvidar los trajes delicadamente decorados—, objetos elegantes, religiosos, colecciones imperiales y del ámbito científico.
Sin duda, al apreciar piezas de tan alto valor cultural, se nos brinda la oportunidad de echar un vistazo al pasado, el cual nos permite imaginar el esplendor y el poderío de una de las Dinastías más representativas del Continente Asiático.